Por Alejandro Matiz.-
Ciclismo Internacional.-
El dopaje siempre ha sido la sombra del ciclismo y es un tema que se activa cuando un corredor domina con solvencia una carrera de relevancia. Los comentarios en redes sociales, insinuando o acusando directamente a un fenómeno como Tadej Pogacar de hacer trampa mediante el consumo de sustancias prohibidas, no se han hecho esconder en este Tour de Francia.
Día a día se debe lidiar con esos apedreamientos de la autoría de aficionados que por un mero hecho de sentimentalismo por la derrota de los suyos deciden acusar sin pruebas a alguien que hasta que no se demuestre lo contrario, es dominador de la prueba producto de su tanque humano y no por ayudas ilegales.
Aclaro, no meto las manos al fuego por el esloveno y no aseguro con totalidad certeza que su preponderante rendimiento sea netamente originado por su talento físico. Sin embargo, es muy distinto no defender férreamente al ciclista a atacarlo sin sustento alguno. Y a ese punto voy, ¿no existe el más mínimo margen de credibilidad para un pedalista así? Es comprensible que el ciclismo no sea el deporte que más garantías de transparencia otorgue por su oscura historia pasada con el dopaje, pero no por eso se debe arribar al extremo de imponer estereotipos.
Un ejemplo: No todos los latinoamericanos que viajan al extranjero lo hacen para traficar drogas. Ese es un mito justificado por el lamentable problema de narcotráfico que nuestros países arrastran desde hace décadas; no obstante, dicho dilema no convierte a cada latino en un traficante de estupefacientes, a menos de que existiese evidencia alguna de ello. Sucede exactamente lo mismo en nuestro deporte. No todos los que vuelan así como Tadej es porque se dopen, lo hacen porque tienen una condición colosal y poco común, amparada por bondades naturales, y esa realidad sólo se trastorna si aparece alguna comprobación que demuestre otra cosa. Este todavía no es el caso.
¿Alguno de esos usuarios virtuales que le achacan a Pogacar sus ‘trampas’ tienen pruebas de que esté corriendo fuera de la norma? No. Simplemente, lo incriminan porque privan a sus compatriotas de acariciar la victoria, no por ostentar material verídico que demuestre que el de Klanec emplea sustancias no permitidas. Son acusaciones lanzadas desde el desazón interno que les produce no ver a uno de sus queridos dominando como lo desean y la forma más apropiada para no reconocer que ellos son inferiores a ese sobresaliente adversario.
Fuera un colombiano o cualquier otro latinoamericano el que estuviera en esas, ahí sí las menciones de dopaje serían escasas, puesto que de ellos sí existe la absoluta seguridad de que rinden al ser muy buenos. Ojo, lo digo sin acusarlos de nada -para que después no hayan malentendidos-, aunque sí es un poco hipócrita cuando es conocido a nivel público, la presencia de Colombia en la parte alta de la tabla de casos de doping.
Son linchamientos selectivos por nacionalidad. No es nuevo. Si no, recuerden hace unos años cuando Froome y el Sky arrasaban en el Tour y todos los acusaban de tantas cosas, sin ni siquiera ellos mismos saber al 100% si sus inculpaciones eran ciertas. Lo hacían exclusivamente porque con categoría los británicos desbancaron de la opción de corona a los colombianos en Francia. Claro, llegó Egan Bernal a ese equipo colmado de saboteadores, ganó cosas importantes y por arte de magia dejaron de serlo. Pasaron de ser la orquesta de EPO y motores al escuadrón de los limpios. Muy extraño que los muchos que se dedicaron a tirarle dardos a esa escuadra inglesa se detuvieron y ahora alaban la presencia de su escarabajo allí.
Añadiendo lógicamente que fue un actuar idóneo, pues a la fecha no se ha comprobado que los éxitos de Bernal fueron propagados por acciones fuera de lo legítimo. Igual resulta criticable que para algunos sí aplique ese criterio, y para otros no. Muy propio de la cultura de estos lados, basada especialmente en no saber asimilar la derrota.
Regresando con Tadej, hay otra razón por la cual aparte de ser innecesarias, esas críticas se encargan de contaminar el ambiente. Como verdadero aficionado al ciclismo, es soso ver a un tipo que da espectáculo pensando todo el rato que está haciendo trampa, pierde el sentido, y es peor aún, cuando uno mismo no sabe si realmente es así. Hay que disfrutar con lo que se conoce, que es que su cuerpo expresa esos vatios y velocidad por su propia capacidad. Además de que es lo que magnifica al ciclismo, lo que hace verlo de manera épica, lo que hemos aprendido a gozar, que estos hombres hacen todo eso porque con su combustible humano, se llevan al límite y trabajan en esos espectaculares umbrales de sufrimiento, que los transportan al fracaso o a la gloria.
Lo que nos ha mostrado hasta ahora, es que es un superdotado, pero a la vez, que seguramente todo ese talento, lo acompaña de profesionalismo. La disciplina debe de ser otro elemento fundamental que hace diferente al futuro vencedor de la ronda gala. A él de nada le serviría toda esa virtud innata, si decidiera alimentarse mal, estar todo el tiempo de fiesta, tomar alcohol, etc. A lo mejor el secreto puede estar en ese juicio y constancia -suena a frase de cajón, pero es menos ridícula que tacharlo de otra cosa-.
Un caso muy recordado en este ámbito es el de Carlos Betancur, que tenía todo el potencial para brillar en grandes vueltas y en las Ardenas, principalmente, pero que por esa indisciplina y falta de cuidado con su peso no pudo llegar más lejos. U otros deportes, el tenis con el argentino David Nalbandian, que decían que siendo más profesional, tranquilamente hubiese sido el mejor del mundo; o el exfutbolista Faustino ‘El Tino’ Asprilla, que con más disciplina habría sido el rey de la redonda. Son evidencias de que además de dotes congénitos, se requieren de factores externos no ilegales para ser exitoso.
Aunque muchos de nosotros no hayamos estudiado Derecho, siempre nos enseñan esta premisa básica: Uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Mientras ‘Pogi’ no arroje un resultado positivo en un control anti-dopaje o salga a la luz un testimonio o prueba de que emplea métodos ilegítimos, es imposible tildarlo de farsante. Cada quien puede pensar lo que quiera, seguir creyendo que esto del ciclista de 22 años es obra de pociones oscuras o no. Lo único que sabemos hasta ahora, es que las exhibiciones y superioridad de Pogacar han sido engendradas por su disciplina y magnífico organismo, nada más.
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