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lunes, 6 de abril de 2015

"Comunicación y Marketing Deportivo": Humanizar para Emocionar (colaboración de Juan José Pérez Bell)


El deporte es emoción en su estado más puro. Es todo un reto explicar la devoción que puede llegar a sentir un fanático por un equipo o por un jugador. Sin recibir nada tangible a cambio, millones de personas en el mundo pueden experimentar una variada gama de sensaciones: euforia, plenitud, felicidad, orgullo, gozo. Para desatar todo eso, lo único que tiene que hacer el depositario de esa simpatía es triunfar. Un fenómeno digno de estudio, no?
Aunque lo que estoy describiendo encaja perfectamente con lo que se ha vivido en estos tiempos de la Copa Mundial de Fútbol, mi atención se ha fijado en algo mucho más minimalista. Un suceso que pone en relieve la importancia de los detalles, la relevancia de lo humano.



Imaginen que un joven universitario, jugador de baloncesto, tiene gracias a su talento, su persistencia y trabajo duro, la oportunidad anhelada de llegar a la NBA, máximo nivel de ese deporte en donde, por supuesto, se topará con fama y fortuna. Es la realización de un sueño que, sin embargo, quedará tronchado porque una semana antes de dar el salto, le será diagnosticada una enfermedad que lo sacará de por vida de una cancha. Ahora dejen de imaginarlo y conozcan la historia de Isaiah Austin.
Este estadounidense nativo de Fresno, California, ya había logrado sobreponerse a la pérdida de la visión de su ojo derecho, tras una lesión que sufrió en la escuela media. Mantuvo esa condición en secreto hasta hace unos meses, solo para asegurarse de que nada se interpusiera entre él y su meta.
Isaiah iba muy bien hasta que se atravesó en su camino el síndrome de Marfan. Cuando ya se perfilaba para ser escogido en el sorteo de novatos, esta rara enfermedad, que afecta esqueleto, pulmones, ojos, corazón y vasos sanguíneos, y que padece solo una de cada 5,000 personas, lo paró en seco. Demoledor.
Ante una nefasta situación como esa, la NBA volvió a demostrar por qué es la mejor liga de baloncesto del planeta, mucho más allá de sus estrellas, su alto nivel competitivo y sus lujosos estadios. Es una marca amada y respetada porque también sabe cómo emocionar sin necesidad de que haya balones, aros y gradas llenas de frenéticos fanáticos.
Mientras se desarrollaba la expectante jornada en la que los equipos y el público estaban concentrados en las selecciones de los futuros profesionales del deporte, el comisionado de la liga, Adam Silver, hizo un alto para anunciar que la NBA, escogía de manera especial a Isaiah Austin. El auditorio estalló en una estruendosa ovación.
"Como los demás jóvenes que están aquí esta noche, Isaiah se entregó a trabajar duro para tener una carrera como jugador profesional y nos queremos asegurar que pueda cumplir al menos una parte de ese sueño. Permítanme que tenga el gran placer de decir que con la próxima elección del draft de 2014, la NBA elige a Isaiah Austin, de la Universidad de Baylor", dijo en ese momento Silver.
El gesto fue tan significativo, impactante y ejemplar que trascendió el ámbito y los medios deportivos. Publicaciones no especializadas en deportes, tan importantes como People, Huffingtonpost y Esquire, se hicieron eco del acontecimiento.
Con el inesperado homenaje, la NBA cumplío así, de manera parcial, un pequeño sueño al chico de apenas 20 años. Un reconocimiento a su esfuerzo y una forma de poner de manifiesto que la parte humana es lo más importante en el deporte. Obviamente, también reafirmó que en nuestra época ya no es suficiente estar en el top of mind, hay que apuntar aún con más fuerza al top of heart. (Interactuemos en Twitter: @juanjosebell)

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