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domingo, 12 de enero de 2020

Radhamés Bonilla: ¿Le gusta el béisbol? Pues lea y divulgue esto


Amigos lectores:
Si como quien remite usted tambien ama
el béisbol, lea el siguiente artículo y
trate de descubrir si contiene una sola linea
que no sea cierta.
Cada lector que no sea un fanático
alineado ciegamente a la política americana
de asedio contra Cuba, debe de sacar la mas
correcta de las conclusiones: Cuba ha sido
discriminada por el Presidente de la Federación
de Béisbol del Caribe, Juan Francisco Puello Herrera.
quien se identifica con el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba,
el país histórica y tradicionalmente mas beisbolero de los países de América Latina.
porque fue allí donde nació la Serie del Caribe, evento al que ahora se le impide a Cuba
participar.
Lean y saque cada quien su propia conclusión.
Saludos cordiales y buen domingo.

Radhamés

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Otra cara de la injusticia
La ausencia de Cuba a la Serie del Caribe
enero 12, 2020
En Internacional
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Por Marina Menéndez

LA HABANA, Cuba.- Ahora que la persecución de Estados Unidos retorna
hasta el deporte y vuelve a impedir la participación de Cuba en una
Serie del Caribe, regresan a la memoria de quienes los vivieron, o han
leído o escuchado hablar sobre ellos, pasajes históricos que muestran
mejor el carácter injusto de la medida.

La exclusión de la Isla de ese torneo beisbolero no solo es ilegítima
por segregarnos siendo caribeños, a merced de una decisión politizada
que no logra esconder el afán estadounidense de cercar a Cuba, también
en este terreno.

Tampoco es injusta únicamente porque la Mayor de las Antillas sea
fundadora de la Serie, haya acogido la primera en el año 1949 y,
además, la ganara, gracias a la actuación de un mítico equipo
habanero: el Almendares.

Peloteros cubanos, promovidos por empresarios mexicanos del beisbol,
fueron protagonistas de denominados juegos de invierno que auspició a
mediados de 1940 la Liga Mexicana, y resultaron, de algún modo,
antecedente de la serie caribeña de la que ahora se segrega a Cuba.

La justificación ofrecida hace dos semanas por el comisionado de la
Confederación caribeña, Juan Francisco Puello Herrera, de que no
habría tiempo para extender a nuestros peloteros los visados, parece
tan mentirosa como su declarada convicción de que «de ninguna forma
son ni el pueblo cubano, sus autoridades, ni sus atletas, la razón de
esta decisión».

Los hechos tienen lugar en un momento sin igual de la agresividad
estadounidense contra Cuba. Y no puede soslayarse que la sede es
Puerto Rico, nación atada a los designios de Washington en su calidad
de Estado Libre Asociado.

Algunos días después de esa comunicación, la Comisión Nacional de
Beisbol de Cuba respondió con la denuncia de las “presiones
arbitrarias del Gobierno de Estados Unidos” presentes en la medida,
que “se suma a otras acciones engañosas de su Comisionado, quien
también ha obstaculizado la membresía plena de Cuba en esta
organización genuinamente caribeña (…)”.

Fue ese un recordatorio acerca del origen de la Serie, formulado con toda razón.

Contra el béisbol esclavista

Gracias al reconocido cronista deportivo cubano Elio Menéndez, Por
Esto! pudo conocer acerca del importante rol desempeñado por
empresarios mexicanos del beisbol, a mediados del siglo pasado, para
acabar con el papel omnímodo de Estados Unidos en el beisbol caribeño.

Tal definitorio rol corresponde a los hermanos Jorge y Bernardo
Pasquel, quienes canalizaron, con la organización de una muy
democrática Liga Mexicana, su disgusto porque los gringos llamaran
Serie Mundial a un espectáculo que solo se jugaba en los estadios de
Estados Unidos.

De paso, los Pasquel asestaban un golpe a la hegemonía estadounidense
sobre los mejores peloteros de la región gracias a los cuantiosos
sueldos que el Norte podía pagar, y la prohibición de que sus
contratados jugaran con otros clubes.

“Los Pasquel anhelaban que los demás países latinoamericanos donde
también se practicaba beisbol, comenzando por México y Cuba, llegaran
a convertirse en mercados tan importantes como el de las Grandes
Ligas”, cuenta el reconocido periodista cubano.

En ello, dice, pusieron «sus corazones y su dinero»; y tuvieron éxito.
En el verano de 1945 varios peloteros estadounidenses abandonaron las
Grandes Ligas para jugar con la Liga Mexicana. Poco después, sumaban
una veintena.

Los magnates del beisbol organizado en EE. UU. respondieron con la
amenaza y la sanción. Todo aquel que jugara con los Pasquel, sería
declarado no elegible para la pelota estadounidense durante cinco
años, narra Elio.

Esas presiones llegaron a La Habana, donde a mediados de 1940 jugaban
peloteros ubicados en ambos bandos: quienes seguían a los Pasquel, y
los pagados por los gringos.

Así ocurrió hasta la temporada invernal de 1945-46. Ese último juego
donde alinearon unos y otros se celebró en los terrenos de La
Tropical… y no hubo más.

“Un año después, explica Menéndez, al inaugurarse el entonces llamado
Grand Stadium de La Habana -el hoy Estadio Latinoamericano del Cerro-
y con motivo de la celebración de la Liga Cubana, Albert Chandler,
comisionado de las Grandes Ligas, se opuso a que jugaran juntos
‘disidentes y no disidentes’”.

El certamen se jugó en el Latino protagonizado por los peloteros de
los hermanos Pasquel de modo exitoso, pues contó con la presencia de
los mejores jugadores, y determinó el fiasco en que concluyó la
maniobra de Chandler, quien obligó a sus seguidores a realizar un
torneo en La Tropical que resultó un fracaso.

Vuelta a la carga

La persecución, no obstante, prosiguió hasta la conclusión de esa
temporada habanera, a mediados de 1947, cuando los empresarios de las
ligas estadounidenses exigieron a la Liga Cubana que expulsara de los
campeonatos nacionales a los jugadores, criollos o no, que respondían
a los Pasquel. A cambio, ofrecieron el envío de «un refuerzo»
consistente en ocho peloteros estadounidenses a cada uno de los cuatro
equipos cubanos que jugaban la campaña de invierno: el Habana,
Almendares, Cienfuegos y Marianao.

Fue ese el no poco importante preámbulo del encuentro convocado por
los magnates del beisbol estadounidense en La Habana para el 8 de
abril de 1948, en el capitalino Hotel Sevilla, y con la participación
de representantes beisboleros de Puerto Rico, Panamá y Venezuela.
La reunión concluyó con la fundación de la Confederación de Beisbol
del Caribe: una instancia que, conocida la historia, una podría pensar
ahora, que nació, de algún modo, de la propia maniobra yanqui para
reducir a los Pasquel, aunque aclara Elio Menéndez que «los mexicanos
Jorge y Bernardo no tenían el propósito de robar talentos al llamado
beisbol organizado».

«Solo querían hacer su pelota, y eso significó la apertura de fuente
de trabajo para muchos peloteros de Cuba».


A manera de epílogo

De allí nacería la Serie del Caribe, estrenada un año después también
en la capital cubana y ganada por el Almendares, que se llevó
igualmente el campeonato de 1959.

Otros tres equipos cubanos (el Habana, Marianao y Cienfuegos) fueron
ganadores, alternativamente con otras alineaciones latinoamericanas,
de la Serie del Caribe, en el lapso de 1949 a 1960. Entonces, las
primeras medidas del bloqueo suspendieron la participación de los
jugadores estadounidenses aquí. Dos años después, el Gobierno
Revolucionario cubano decretaba el fin del profesionalismo, e
inauguraba las Series Nacionales que ahora mismo, a la altura de 2020,
mantiene en vilo a la afición beisbolera en toda la Isla.

La Serie del Caribe, que por otros motivos se detuvo entre 1960 y
1970, volvió a acoger a Cuba en 2014 “con todos los deberes y
derechos, con igual voz y voto”, dijeron entonces sus directivos, en
medio del deshielo entre EE. UU. y Cuba que propició la administración
de Barack Obama.

Pero las maniobras políticas han vuelto a prevalecer. ¡Como en los


tiempos de los Pasquel!

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