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martes, 13 de abril de 2021

La lenta muerte del edificio Diez (calle El Conde)



Por Raúl Bretón.-

SANTO DOMINGO, Distrito Nacional, República Dominicana. Cuenta la leyenda que el sargento Douglas Lucas, francotirador estadounidense que se colocaba en la cima del edificio Molinos Dominicanos para matar a decenas de ciudadanos durante la intervención militar de Estados Unidos en 1965, desistió de dispararle a un hombre que tendía ropa en la azotea del edificio Diez tras observar por medio de la mira de su fusil automático M-16  los encantos de la construcción.

Nada de lo anterior ha podido ser confirmado, pero los que amamos la calle El Conde sufrimos la prolongada agonía del edificio Diez. Filtraciones, quiebre del hormigón, humedad, factores biológicos, la mano abusiva y saqueadora del hombre, y hasta el mismo viento, van consumiendo poco a poco una de las principales joyas arquitectónicas de la época neoclásica de nuestro país.

Raúl Bretón es un periodista profesional, especializado en temas diversos.


Ninguno de esos elementos se compara negativamente con la desidia, con la evidente irresponsabilidad y carencia de sensibilidad de unas autoridades incapaces de detener el evidente deterioro de edificaciones hermosas que tienen un enorme valor histórico y que forman parte del patrimonio arquitectónico dominicano.

El Diez, de balcones distintos en cada piso, junto al Baquero (el más elegante de todos) y el Cerame, son algunas de las principales obras que levantó Benigno Trueba durante la década de los 20. Es más, puedo decir que todas las obras de Trueba presentan un estado decadente que requiere la intervención urgente del gobierno sin importar intereses particulares que puedan tratar de  impedir su rescate.

De todas las estructuras neoclásicas emblemáticas de El Conde, la única que presenta un aspecto digno es el Palacio Consistorial.

Me pega fuerte lo del Diez porque conozco sus interioridades y algo de su historia. Encargado por los hermanos Diez en 1928 (me dicen que familiares maternos del patricio) que le ordenaron a Trueba realizar una edificación moderna y ecléctica de espacio comercial en su primer nivel, dos apartamentos (para ellos) en el segundo, y los restantes cuatro pisos para oficinas.

Aunque me duele la precaria situación del Diez, no me sorprende. He visto la misma Puerta de la Misericordia convertida en vertedero. Somos así y así somos.

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