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miércoles, 11 de febrero de 2015

Marino García merece estar en el Salón de la Fama de R.D.



Por Ramón Martín Olivo.-

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Hoy domingo se realizará en San Cristóbal, el Cuarto Clásico Marino García, certamen que lleva el nombre del destacado pedalista nativo de esta localidad sureña, quien fue mortalmente atropellado –hace cinco años—en la Autopista Duarte.

Las cuatros versiones de la justa pedalística han hecho honora al nombre del supremo líder del desaparecido equipo Lowenbraü-San Cristóbal, quien –de analizar la historia del ciclismo criollo— ha sido uno de los mejores ciclistas dominicanos.

Marino García debe estar formando parte del Salón de las Fama del Deporte Dominicano, ya que su excelente palmarés es propio para estar integrando el ámbito de las más grandes luminarias del deporte quisqueyano.

Entre las hazañas más destacadas del Moreno García están sus dos indiscutibles triunfos en la Vuelta Independencia Nacional (versiones 1987 y 1988), en las que acaparó los máximos honores delante de corredores españoles, venezolanos, jamaiquinos, panameños, costarricenses, así como de otros destacados corredores criollos.

Desde 1979 hasta 1987, la Vuelta Independencia fue dominada por los pedaleros extranjeros, siendo la octava versión la que presentara un matiz muy especial, digno de recordar en los anales del ciclismo dominicano, en vista de que Marino García, miembro de la Selección Nacional, se convirtió en el primer criollo en ganar la ronda patria.

Como si eso fuera poco, en 1988, el también miembro de la Policía Nacional ratificó su condición de mejor dominicano al anotarse, por encima del español Manuel Prieto y el venezolano Robinson Merchán, el título de campeón.

(En los inicios de los ‘80s, Marino García participó en su primera Vuelta Independencia Nacional, resultando en dicha ocasión galardonado como líder entre los novatos.).

Fue tan apoteósica la actuación del fallecido corredor que arrasó en los renglones de metas volantes, regularidad y combinada, consolidando sus dotes de rodador-completo.

En la Vuelta ’87, Marino dominó la clasificación general individual, con tiempo de 26 horas, 28 minutos y 47 segundos, siendo seguido por su co-equipero Teodoro Sosa y el francomacorisano Wilfredo Tadeo Tejada, quienes se ubicaron segundo y tercero, respectivamente.

En dicha ocasión, y con el buen desplazamiento en todas las etapas de García, la selección nacional –dirigida por el vegano Luis López Suárez—realizó el mejor tiempo (79:26.10) convirtiéndose en campeones por equipos.

García, como anotáramos anteriormente, dominó las metas intermedias, desplazando a los santiagueros César Cruz (El Patú), Rafael Mauricio Díaz (Granitolargo), el mauriciano Virgilio De Jesús Genao (Vilo) y el norteamericano Bret Mingo.

En la regularidad, Marinito destacó sobre los criollos Osvaldo López Suárez, Jorge Blas Díaz, Teodoro Sosa (Ito La Roka) y José Contreras. De igual forma apuntaló la modalidad de combinadas por encima de Rafael Díaz y Jorge Blas Díaz.

Pero donde Moreno (25:53.51) se hizo merecedor de integrar el Salón de la Fama fue al conquistar al año siguiente la Vuelta 1988.

En la general, García superó al ibérico Manuel Prieto (25:56.06) y al venezolano Robinson Merchán (25:58.13), quienes les acompañaron, en igual orden, en el pódium de vencedores.

Aunque no obtuvo las palmas en la regularidad, combinada y metas volantes, como en la anterior versión, sí pudo granjearse un renglón muy importante en todas las vueltas: el título de campeón de montañas.

En la exigente división para escaladores, García desplazó al venezolano Merchán, al isleño Perry Merren (Gran Caimán), al hondureño Wilfredo Flores y al barahonero Narciso Suberví.

Esos son partes de los detalles importantes que adornan el listón de triunfos de Marino García, ya que, narrando y anotando sus logros, se llenarían varias páginas de este suplemento, entre los que se cuentan galardones obtenidos en el extranjero, Juegos Deportivos Militares, en carreras de un día (clásicas, festivales, critérium, etc.).

Por ello, reiteramos nueva vez, Marino García se merece estar en el Salón de la fama.

Seamos justos, porque según dice un lema bíblico: “Por sus hechos (¿o frutos?) lo conoceréis”. (Suplemento Deportivo El Nacional/ Fecha: 24 de septiembre de 1995. MOlivo).

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