Por Raúl Bretón.-
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La era pos-moderna del béisbol ha estado pariendo un gran número de entrenadores que toman el atajo de las informaciones del software que les suministra cada una de las estadísticas, buenas y malas, de cada jugador para llegar a rápidas conclusiones que le indican la ruta de cómo conducir el transcurso de los partidos.
Estamos en la época de la tecnología, esa que dicta y manda; la que impone cotidianidad, la que recuerda, la que organiza. El béisbol no podía quedarse de brazos cruzados y en ese preciso momento apareció la "sabermetría", esa que tras una evidencia objetiva por medio de las estadísticas termina arrojando conclusiones que se han convertido en la principal materia prima de las ejecuciones de muchos dirigentes.
La "sabermetría", esa enemiga pública del histórico libro de béisbol que siempre dominó la forma y el fondo de cómo jugar este complejo deporte, impone unos criterios dudosos que muchas veces no pueden ser aplicables en campeonatos cortos en donde el margen de error se reduce a mínimos.
La dictadura de las informaciones estadísticas obvia fundamentos elementales con los cuales nació, creció y se desarrolló el béisbol: Prohibido robar bases, el toque de bola es un argumento obsoleto y absurdo que pertenece al béisbol anacrónico del pasado, el corrido y bateo es una jugada de acción de alto riesgo, atacar el primer pitcheo es conveniente.
Es decir, la experiencia acumulada, el talento, los conocimientos, instintos y sensaciones de un dirigente son moda pasada. Para eso están las estadísticas, esas informaciones ‘inequívocas’ que suelen transmitir los nuevos genios del béisbol de "Playstation" que jamás se colocaron un guante en sus manos.
Aferrarse a la inteligencia artificial en un campeonato corto es una aberración, ya que las estadísticas pueden servir de referentes fructíferos durante objetivos 'largoplacistas', jamás en competencias cerradas de futuros inciertos.
Hace muy bien Rodney Linares al asumir la responsabilidad del inesperado y prematuro adiós del equipo dominicano en la fase de grupos del Clásico. Dio evidencias de carencia de carácter y de pobreza de lectura de los partidos.
Linares fue solo un intermediario de brazos cruzados entre las informaciones estadísticas y lo que tenía que pasar en el terreno de juego, y así no se dirige en un campeonato como el Clásico.
Al paso que vamos, veremos a "ChatGPT" tomando el comando de las directrices del dugout. No estamos lejos.
El béisbol no es ciencia exacta, en una combinación de muchos factores, en donde el dirigente juega un papel determinante porque es el arquitecto del plan a seguir, y en eso Puerto Rico nos sacó mucha ventaja con Yadier Molina.
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