Por Historias de Ciclismo.-
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Nosotros conocimos a Gustavo Figueredo cuando empezaba. Tal vez por eso la foto que es un recorte de algún diario nos gusta más que videos y otras imágenes que andan por ahí.
En el Atenas de Soriano no tenía, salvo que la memoria nos falle muchos compañeros de equipo, antes que eso diríamos que se la rebuscaba bastante sólo, y lo hacía muy bien.
Nació el 25 de febrero de 1969, Libertad, San José, pero nosotros siempre creímos que sería de Soriano o de por ahí cerca.
Alguna vez corrimos con él en una doble Guichon, era la pesadilla de los equipos organizados, porque hacía casi todo bien. Era inteligente, fuerte, rodaba como el que más.
Después nos fuimos a estudiar, así que solo supimos que se convirtió en el gran ciclista que se mostraba en ciernes.
Fue el primer ciclista en ganar Rutas de América y Vuelta Ciclista del Uruguay la misma temporada (1995), proeza que repetirían luego el señor Federico Moreira (1997) y nuestro amigo Javier Gómez (2001).
Repitió las victorias en Rutas de América (2000) y en la Vuelta Ciclista del Uruguay (2002).
Logró la medalla de bronce en la prueba contrarreloj de los Juegos Panamericanos de Mar del Plata en 1995 y ese mismo año logró un segundo puesto en la clasificación general de la Vuelta a Chile.
Pero lo más importante de Gustavo es que siguió de cerca el ciclismo, y esencialmente sabe.
Un equipo de jovenes del armonia de Fray Bentos brillaron en la última edición de rutas de América.
Cuando le preguntaban por el técnico, decía estos muchachos que los ayudaba Gustavo Figueredo.
El mismo que callado, humilde, bravo, llegó para convertirse en uno de los mejores ciclistas del Uruguay en la década de 1990.
Pero con aquella camiseta del Atenas, muy joven, no importaban los pergaminos del que bajara de Montevideo, Figueredo daba lucha, y tal vez, por eso terminó corriendo por los equipos de Montevideo, Peñarol y Nacional, entre otros.
Unas líneas para recordar a los buenos ciclistas orientales. Habra mil cosas más para decir, pero que mejor que las diga el mismo como técnico, ahora haciendo proezas, con jóvenes del interior.-
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