El belga Eddy Meckx cuando estableció el record de la hora en Ciudad México, 1972. |
Era una mañana fresca en la zona oriente de la Ciudad de México de un 25 de Octubre de 1972. No se movía una hoja en los árboles que circundaban el óvalo olímpico del otrora glorioso "Agustín Melgar", obra maestra del arquitecto Herber Schurmann.
Unas horas antes, había caído una tormenta que disipó viento y humedad que hubiesen sido factores fundamentales adversos para la hazaña que estaba a punto de presenciarse.
Edouard Louis Joseph Merckx había llegado el día anterior para tomar un riesgo enorme debido a su prestigio: Romper el Récord de la Hora.
El Monstruo sagrado de Flandes, el Ogro insaciable de Tervueren, el Super Prestige consecutivo, El Caníbal, no se podía permitir de ninguna manera fallar en el intento. Lo avalaban en ese momento más de 400 victorias, incluidos 4 Tours de Francia, 3 Giros de Italia y 2 Campeonatos del Mundo. Al final de su carrera sumaría en total 525 Victorias.
Bajo la supervisión de Giorgio Albani, el belga dio unas 30 Vueltas de reconocimiento a la madera africana del Velódromo de 333.33 metros. Merckx entró en calor y la duela Doussie Afzelia y el Flamenco entraron en una especié de simbiosis perfecta para que Merckx en el momento preciso dijera: ¡Voy!
Ungió la mezcla aceitosa de eucalipto con mentol en nariz y pecho. Se colocó su casco Cinelli a gajos de 40 gramos, montó en su joya de 5.750 kilos creada por el Maestro Ernesto Colnago y ante la mirada atentísima de Luigi Casola, Don Luis Muciño Alonso (entonces presidente de la FMC), Pietro Molteni, Giacinto Benotto y el Rey Gustavo de Bélgica, además de 2000 aficionados que cupieron ese día en el Agustín Melgar, salió a las 8:56 de la mañana al pistolazo con el claro objetivo de subirse al peldaño de Coppi y Anquetil.
Con una multiplicación 52x14, monstruosa para su época pero justa para el intento, Merckx rodaba por encima de los límites rompiendo récords parciales del evento, a lo que Albani, viendo como se descomponía la cara del Belga gritaba ¡baja un poco, yo te aviso con la campana!
La segunda parte de la hora se hizo exánime para cualquier humano que atentara contra el reloj ese día en el “Agustín Melgar” pero, quien iba arriba de la máquina de Ernesto Colnago era Eddy Merckx y, 1 hora después de haber arrancado, había destrozado el Record implantado también en ese mismo templo por el danés Ole Ritter, por 778 metros y dejar así una marca nunca superada en una máquina convencional.
"Nunca más lo volveré a intentar, haré cualquier carrera, en donde sea, pero jamás algo como éste sufrimiento." declaró al bajarse de ese "calvario" como Mercxk lo llamó, sobre todo esos angustiantes últimos 20 minutos donde las curvas de tiempo se hacían interminablemente convexas conforme se acercaba la hora. "lo acabó solo porque es Merckx" decían los grandes al certificar el monumento “cualquier otro se hubiese bajado”.
Los diarios en Europa tintaban al día siguiente: ha partido con el ímpetu de un niño y ha cerrado como una leyenda. En el delirio, en el agobio, en lo exultante.
Honor pues, sin discusión, sin polémica, de lo logrado por el más grande de todos los tiempos, a 50 años de su hazaña.
OLD SCHOOL CYCLING
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