En diciembre, Paul Krugman renunció a seguir escribiendo en The New York Times, cosa que hacía desde finales de 1999. Su marcha fue aparentemente pacífica. Pero todo el mundo sospechaba que se había ido dolido. Así lo dejó ver hace unos días un artículo de Charles Kaiser en la revista de periodismo de Columbia. El martes, Krugman decidió contar su historia en el espacio que tiene en Substack, una plataforma de newsletters. Y efectivamente, es una carta de desamor al diario que el considera que se ha ido convirtiendo en un sitio cuya prioridad hoy es no molestar a nadie y que trató, por distintos medios, de imponerle a él esa visión. «Yo solía afirmar, sólo medio en broma, que si una columna no generaba una gran cantidad de mensajes de odio, significaba que había desperdiciado el espacio», escribe. «Sentí que mi firma estaba siendo utilizada para crear una historia que ya no era mía, así que me fui». |
0 comentarios:
Publicar un comentario