Por Raúl Bretón.-
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Por Amor al Fútbol (PAF). Día 4. Ayer: Argentina 1 Arabia Saudita 2, Dinamarca 0 Túnez 0, México 0 Polonia 0, Francia 4 Australia 1. Hoy: Marruecos vs Croacia, Alemania vs Japón, España vs Costa Rica, Bélgica vs Canadá.
"Ganar queremos todos, pero solo los mediocres no aspiran a la belleza. Es como pretender elegir entre un imbécil bueno o un inteligente malo". Jorge Valdano, ex jugador argentino que fue parte del equipo de Bilardo que ganó la Copa del Mundo de México 1986 junto a Maradona.
Valdano fue un delantero letal e inteligente, dueño de un maravilloso olfato goleador. Hoy es escritor y analista de fútbol. Uno de los personajes más solicitados por esta industria.
Una decepción, dos empates y un paseo. Eso nos dejó la tercera jornada de este Mundial de Catar que ya nos regala la primera gran sorpresa. Porque el fútbol es así, muchas veces justo y otras veces cruel. Metáfora de la vida que ni el mismo VAR ha podido borrar las dudas y los ¿qué hubiera sido?. Las victorias no se consiguen en la víspera. Pecado capital del fútbol: jamás te creas superior a tu oponente.
Los partidos muchas veces se deciden por detalles, por pulgadas, por descoordinaciones de décimas de segundos o planteamientos equivocados. También por el factor psicológico, más allá de las condiciones físicas y técnicas. Una neurona es más decisiva que un bíceps femoral musculoso.
También el fútbol es de autor, y aquí cobra un protagonismo superlativo el director técnico, ese que traza los esquemas, el arquitecto que diseña la táctica y la estrategia, el que parte de la honestidad asumiendo debilidades propias ante un rival en teoría superior. Algo similar fue planteado por Jun Tzu en el famoso libro "El arte de la guerra". "Conoce al adversario y sobre todo conócete a ti mismo y serás invencible", dice.
No diré que el partido de ayer fue una obra de arte de Hervé Renard, técnico de la selección de Arabia Saudita. No, nada que ver. El planteamiento de Renard solo buscó la posibilidad de reducir a mínimos los daños que pudieran causar los letales delanteros argentinos cerca de su portería durante gran parte del partido, jugando con dos líneas de cinco bastante cerca del medio del campo, con unos defensas con los instintos en constante alerta para provocar el fuera de juego de los muchachos de Scaloni en los pases de más de 20 metros.
Dio resultado. Argentina cayó en la trampa y fue de más a menos, a pesar del gol de Messi tras un penalti dudoso, fue diluyéndose poco a poco, acéfalos de ideas, con un Messi desconocido y un planteamiento ofensivo de estériles desplazamientos por los extremos y centros inofensivos de Gómez y Di Maria que no provocaron situaciones de alto riesgo a la portería de Al-Owais, más allá de las dos o tres ocasiones fortuitas que se le presentaron, ninguna de ellas partieron de previa elaboración.
En cuatro minutos el resultado cambió bruscamente. Quedaron desconcertados (algo drogui dijo un amigo) sin capacidad de reacción. Este grupo de jugadores tenía más de tres años que no conocía la derrota. Esta la veían lejana, casi imposible, olvidando que el fútbol es el más democrático de los deportes. Mientras más ganas, más cerca estás de la derrota, dicen muchos. El fracaso le llega en un momento inoportuno porque ahora no hay margen de error y están obligados a ganarle a México y Polonia para poder asegurarse su pase a los octavos de final.
O sea, para la albiceleste todos los partidos que le restan de este Mundial son finales a vida o muerte. Los psicólogos del equipo tendrán un arduo trabajo durante los próximos días para tratar de devolverle la confianza a una selección que llegó a Catar tras 36 partidos sin conocer la derrota, con un motivado Messi que sabe que es ahora o nunca, y con la etiqueta de ser uno de los favoritos para llevarse la copa.
El fútbol también suele ser injusto. No basta con ser el mejor, el que tome las iniciativas, el que domine la posesión del balón. En este caso, México puso el fútbol, la propuesta, las ideas y los riesgos, mientras que Polonia se aferró a la patada, a destruir más que a construir. El Tata le ganó la primera partida a todos esos críticos mexicanos que odian verlo como seleccionador del Tri, y por haber mantenido a un, según muchos, devaluado Memo Ochoa como su portero titular. Memo es de los porteros que crecen en situaciones adversas. No es la primera vez que rescata a México en un Mundial. Su parada ante el penalti de Lewandowski es de maestro de la intuición (como Goicochea y como Alves) esos que observan en milésimas de segundo la colocación del pie de apoyo del último paso del pateador de los penaltis.
La foto: Messi, desolado e incrédulo tras la inesperada derrota. “Este grupo es fuerte. Ahora más unidos que nunca. Hace mucho tiempo que no vivíamos algo así. Hay que demostrar que somos un grupo de verdad. Le digo a la gente que confíe, es un golpe muy duro para todos. No lo esperábamos. Que confíe que este grupo no lo va a dejar tirado". Messi. (Fin).
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