Por Horacio Nolasco.-
SAN FRANCISCO DE MACORIS, Republica Dominicana.- En vista de que se acerca la temporada LIDOM 2017-18, es interesante resaltar algunas diferencias que se dan entre el béisbol de Grandes Ligas y nuestro evento nacional.
Desde que comienzan los entrenamientos en las Mayores, o quizás antes, uno se encuentra con equipos que no solo no van a clasificar, más bien su meta es no perder sobre 90 juegos o posiblemente 100.
Todos sabíamos que Cincinnati, Atlanta, Atléticos, White Sox o San Diego estarían bajo par para esta fecha. Algunas novenas con cierto favoritismo se desploman, otros muestran cierta mejoría (Minnesota, Milwaukee o Colorado) y uno espera que los Marineros dejen de ser el conjunto con más tiempo fuera de la postemporada.
En la LIDOM, los seis equipos saldrán favoritos para conseguir una de las cuatro plazas que aseguran un pase al “round robin”. Jugar .500 es una garantía casi segura de clasificación. No importa ser una de las tres grandes franquicias (Licey, Águilas y Escogido), igual tienen posibilidades de quedar descalificados (una vez en la historia, en el 2010, quedaron fuera Águilas y Tigres; Escogidos y Licey fueron eliminados por única vez en el 2014).
Los Tigres avanzaron a postemporada siete años de manera seguida, pero quedaron fuera en el 2010, 2012 y 2014, ubicándose en el sótano esas dos primeras temporadas. Las Águilas quedaron fuera dos años en fila, 2009 y 2010.
El hermetismo y la discreción son elementos de importancia en nuestra liga. En las Mayores se pone casi todo al descubierto, salvo algunos casos como la cacería de los usuarios de esteroides y la salida por la puerta trasera de algunas estrellas como Sammy Sosa, Barry Bonds o recientemente Alex Rodríguez.
Los salarios han sido un tema a mencionar en nuestra liga. Los topes salariales, los bonos y las contrataciones son asuntos que se manejan con todo el cuidado del mundo.
En las Grandes Ligas no se anda con muchos miramientos. Chris Sale se negó a usar y destruyó varios uniformes retro que utilizarían los Medias Blancas en un encuentro contra Detroit. Sale fue suspendido cinco partidos y transferido a Boston en diciembre. Los Medias Rojas se sacaron el loto, pues tendrán dos años de opción por 12.5 y 13.5 millones para el 2018 y 2019.
Si en el otoño-invierno a una figura dominicana de MLB se le ocurre jugar, la cosa es de espanto y brinco. Parrandas por un tubo, seguridad, ñoñerías, no se puede entrar a algunos “club house” a cierta hora, aun siendo visitantes; en fin, esas estrellas criollas te llenan los estadios, aunque los equipos y los fanáticos, sobre todo por el bajo rendimiento de algunos, pagan el precio por ver pararse en el home un verdadero “big leaguer”.
Hay que decirlo, fue todo un privilegio ver el año pasado a Yeuris Familia, Robinson Canó, Hanley Ramírez y a Nelson Cruz accionando en nuestra LIDOM.
Los movimientos en las Mayores son cosa de rutina. Jugadores importantes cambian de camiseta de un momento a otro. De acuerdo a las necesidades de los equipos competitivos, estos se desprenden de un par de buenos prospectos o aumentan considerablemente sus nóminas en busca de un cupo en la postemporada.
En nuestra liga los se cambia un jugador MLB por otro de menos nivel, aun consciente, pues el que consume 250 turnos en las Mayores no juega invierno y si lo hace es en diciembre, en tanto el de las Menores se presenta desde los entrenamientos.
En nuestra liga se hacen algunos movimientos de manera pública meses después. Héctor Luna, por poner un ejemplo, fue despedido por las Águilas Cibaeñas en el día de hoy. Con Luna se dan algunos factores adversos. Hace tiempo venía reclamando cosas (en octubre del 2014 se reunieron Matos Berrido, Quilvio Hernández y Mario Soto en busca de solucionar un entuerto con los hermanos Héctor y Omar Luna), pero al ser un estelar la marea subía y luego bajaba de nivel. En plena serie final del pasado torneo Luna se marchó, despidiéndose del equipo de manera informal, hasta hacerse pública su cancelación en el día de hoy.
Mientras en las Mayores hay equipos de mercados pequeños, que no invierten todos los ingresos que reciben como compensación por el impuesto de lujo, en nuestra LIDOM los equipos, aunque reciben cierta ayuda del estado, no escatiman gastos, sobre todo cuando se trata de postemporada. He sabido de casos de equipos que han contratado jugadores para una salida o un par de juegos, provenientes de otras ligas caribeñas, los equipos en cuestión han ganado el campeonato antes de llegar la serie al máximo, embolsillándose esos peloteros el dinero sin tirar una o sin pisar el terreno de juego.
Son muchos los aspectos, los detalles, que hacen diferente nuestra pelota vernácula y la de las Mayores. Eso sí, la nuestra nos lleva al máximo de fervor, con cada movimiento, con cada partido, pues todos llevamos en las venas la pasión por el béisbol.
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