Por Henry G. Francisco.-
NUEVA YORK, Estados Unidos de América.- Ayer hacia frío, viento y las hojas de los árboles se descoloran, caen en la carretera y ponen las llantas de las bicis resbaladizas. A veces quiero dejar de correr, sufro mucho viendo carreras y quedarme en la casa; es una odisea tormentosa que hace que me crezca la barriga y se me hagan dos totumas de grasa en los laterales.
Danny es quien me ha dado todo el apoyo y la motivación para embarcarme de nuevo en este viaje de ácido láctico, corazón anaeróbico y calambres al lado de la playa.
Kimbo Fernández es el centro de espionaje y comunicación del evento y donde se fabrican los chismes más fabulosos y extraños.
La carrera no es la misma de hace seis años. Tingo y su afán de ganar les ha obligado a importar europeos que sólo se dedican a la bici, gente que nunca suma la edad; otro equipos tienen gente que no suman la edad (incluyendo nosotros) y sin los controles de dopajes veremos cómo un cuerpo hace un esfuerzo huracanado y se recupera de inmediato.
Iremos: los motivados, preocupados, asustados, subestimados y sobreestimados. ¿Yo? voy, a ver, a divertirme, a sentir la sensación de los muslos estallando de cansancio en la loma de La Mina y a sentir el abrazo de los buenos amigos, “craquear” par de chistes en la salida e imitar los Re Menor de la guitarra cuando Tito Van arma su Disco Light y Papi de Santiago
No entiendo de dónde sale mi afán de tocar en la salida. No te caigas, el asfalto caribeño pela y pica; no te enamores, no comas en la calle, no te asomes al balcón
Sin repelente porque te puede dar Zika y no tomes agua de fundita. Yo me cuido de los motores, de Pitrinche (Eriberto Peña Hernández) haciendo “zigzag” al lado de los rezagados y Ramón preguntándome si estoy bien.
Y cuando el sol calienta fuerte y faltan 10 kilómetros para la meta, el que salta gana, el que le cae atrás a Wendy Cruz --y se recupera-- cobra, y el que ataca en la recta del Faro le pasa el pelotón a mil.
Esta vez vamos lo que vamos, a hacer la fila el jueves a ver si Miguel Ángel (Del Diablo) nos deja correr, que el Chip vale cien y el sudor de la espalda es por culpa del vinil del número.
Falta poco, lo mismo faltaba el año pasado, y ya el tiempo nos volvió a sentenciar sin decirnos nada y se nos instala en las arrugas, en la flacidez de las piernas y en el cambio de categoría A a B
Yo vuelvo, a vocear malas palabras, a ver si no me despego de la punta y que si se descuidan dar un salto de maco que me pone el corazón a 189bpm y Juan me espera en el pelotón para regañarme: “Fue pa’ la foto, Juan”, después a recrear historias que seguro pasaron por nuestras mentes, que uno no se da cuenta, pero en medio de la carrera alucinamos con llegar solo, o rogar que la vida te ponga en la rueda del espanol cuando ataca y después rogar que no te suelte; y que te importa que te digan chupagoma.
Y volvemos, con frío, niebla en la 9W, con las repeticiones de Bradley, y par aros por si uno se picha, y unos con recetas caseras, otros con medicinas importadas, algunos con químicos prohibidos,
Ahí vamos, con las piernas afeitadas, la bici lustrada y las gafas oscuras. Y ahí vamos otra vez. (El autor es constructor de las bicicletas Montecci).
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