Como el Mundial está que arde, el último triplete de la temporada no podía ser menos y en el GP de Brasil, el segundo de los tres Grandes Premios consecutivos, ha vuelto a ser la sede de una polémica entre los dos candidatos al título: Max Verstappen y Lewis Hamilton. Pero lo peor de esta nueva disputa son las acusaciones de unos y otros además de la excesiva lentitud de la FIA en resolver el problema.
Pongámonos en contexto. Hamilton firma la pole en la clasificación del viernes por delante de Max Verstappen y, por lo tanto, en la carrera al sprint saldría primero. No obstante, Red Bull le pidió a la FIA que le echara un vistazo al alerón trasero porque se abría demasiado. Éstos lo comprobaron y afirmaron que el DRS del británico no pasó la verificación. Lo normal hubiera sido una descalificación inmediata pero resulta que Verstappen rompió otra regla: tocar el alerón trasero del Mercedes durante el Parc Fermé, donde está prohibido manipular cualquier parte de un coche. Los de Brackley ya tienen razón para justificar la ilegalidad de su monoplaza. Sí, suena ridículo, pero así ha sido.
La decisión de la FIA se ha demorado casi un día porque "hay mucho en juego". La excusa de que esto puede valer un Mundial no hace más que evidenciar que ahora mismo, los mandamases del Gran Circo se están viendo superados por la situación. El organismo rector debe ser imparcial en todo momento y aplicar el reglamento que ellos mismos han redactado. Dejando de lado los involucrados, si una pieza de un monoplaza no pasa la revisión, se descalifica automáticamente. Sea quien sea el piloto que haya infringido las normas. Quizás si Verstappen no hubiera cometido el error de tocar por unas décimas de segundo el Mercedes, en cuestión de minutos tendríamos una decisión. Pero todo lo contrario. Acabamos con dos investigados y casi 24 horas de discusiones antes de que empiece el evento donde están sanciones deberían ser aplicadas.
La verdad es que la excusa de Mercedes es muy pobre. Nadie puede creerse que Verstappen haya podido moldear la anchura del DRS con sus propias manos. Es el clavo ardiente al que se aferran después de saber que han cometido un error que les puede costar un Mundial. Dicho esto, la escudería alemana no tiene nada de que quejarse por una nueva sanción, ya que normalmente la polémica ha caído a su favor si hacemos un repaso del año. En Baréin Verstappen fue obligado a devolver la posición por pasar donde casi todos los habían hecho previamente, la diferencia en la severidad de las sanciones con los accidentes de Silverstone y Monza o la acusación de los alerones ‘demasiado’ flexibles de Red Bull en Bakú. Dejémonos de conspiraciones, pero los hechos ahí están y reflejan la situación de forma bien clara.Si alguien no puede quejarse es Mercedes.
Centrándose en la actuación de la FIA, se le debe exigir mucho más al órgano que se encarga de impartir justicia. No porque las sanciones sean las correctas o no, ahí ellos son los expertos, sino por la rapidez que se actúa dependiendo de quién está involucrado y la constante improvisación que se intuye polémica tras polémica. Se debe actuar en consecuencia y reglarse por un baremo universal que ayude a entender mejor la normativa tanto a pilotos y equipos como también a los aficionados. Vamos muy perdidos por culpa de esta variedad de criterios y esto solo hace que ensuciar un Mundial que está siendo sencillamente espectacular.
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