SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Rafael Colón, conocido con admiración y respeto como “La Espiga de Ébano”, fue una de las voces más finas, sensibles y elegantes que ha dado la República Dominicana. Nació el 18 de mayo de 1918 en Santiago de los Caballeros, y desde muy niño su vida estuvo marcada por el arte y la música. Con apenas 8 años ya mostraba su vocación, formando un trío musical junto a su hermano y un amigo, presentándose en la radio local. Pero como todo gran artista de pueblo, también vivió la vida con los pies en la tierra: fue zapatero, un oficio que lo acompañó mientras desarrollaba su verdadera pasión, cantar. Esa mezcla de humildad y talento fue siempre parte esencial de su identidad.
En su juventud, se unió a varias agrupaciones musicales y comenzó a destacarse por su habilidad no solo como cantante, sino también como guitarrista y compositor. Su primera canción, “Al pie del bambú”, llegó en 1938, y desde entonces su carrera fue creciendo con firmeza. En 1942 entró a formar parte de una de las grandes orquestas del momento, lo que le dio mayor proyección nacional. Más tarde, su participación en la orquesta dirigida por Luis Felipe Alberti, considerada la orquesta oficial de la época, lo consolidó como una de las voces más importantes del país. Fue allí donde grabó uno de sus temas más recordados, el bolero “Ven”, que marcó un antes y un después en su trayectoria.
La voz de Rafael Colón tenía un estilo único. Era una voz suave, melodiosa, clara y profundamente emocional. No necesitaba exageraciones para conmover. Cantaba al amor, al desamor, a la nostalgia, con una pureza que tocaba directamente el alma. Cultivó muchos géneros: bolero, merengue, guaracha, son y balada, pero fue en el bolero donde se sintió más cómodo y donde dejó su mayor legado. Muchas de sus interpretaciones nacieron de la poesía, con letras profundas y románticas, y otras fueron de su propia inspiración. Era un cantante que respetaba su arte y cuidaba cada palabra que decía. Entre sus canciones más populares se encuentran “Luna sobre el Jaragua”, “Bendito amor”, “Peregrina sin amor”, “Dejarte no”, “Paraíso soñado” y muchas más que aún viven en la memoria de miles de dominicanos.
Pero Rafael Colón no solo se ganó el reconocimiento por su voz, sino por su carácter. Era un hombre disciplinado, responsable, humilde y profesional. Nunca se dejó llevar por la vanidad. Siempre mantuvo los valores que lo acompañaron desde niño. Su apodo de “La Espiga de Ébano” no solo hacía referencia a su piel y su estatura, sino también a su firmeza, su elegancia natural y su belleza interior. Fue admirado por artistas, músicos y el público en general, y se convirtió en un símbolo del arte bien hecho, sin escándalos, sin arrogancia, con dignidad.
En sus últimos años, como pasa con muchos grandes artistas, su presencia mediática fue disminuyendo. Su salud se fue deteriorando y pasó sus últimos días alejado de los escenarios, con movilidad reducida. Sin embargo, nunca se apagó la luz de su legado. Falleció el 7 de junio de 1991 en Santo Domingo, a los 73 si desea ver el video que hice visitando su tumba está en el primer comentario [Elrealbelen]
0 comentarios:
Publicar un comentario