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lunes, 22 de julio de 2024

Luis Alfredo Gómez Gómez: "En el filo de la navaja"



Por Luis Alfredo Gómez Gómez.-

Hemos llegado a un punto en que la veracidad y fundamento del ciclismo está en juego, primero un grupo de CRÉDULOS asombrados y perplejos, con los ojos desorbitados y exclamaciones delirantes de alegría, ante el accionar de un corredor que ha demostrado ser superior a todos los demás en la actualidad y también de aquellos históricos, pues sus marcas son inmensamente superiores, impuestas sin despeinarse y sin alguna muestra de agotamiento, mientras sus rivales llegan a la meta jadeantes, sudorosos, respirando por la boca, pues por las fosas nasales, todo el aire del mundo, no es suficiente para calmar sus exigencias pulmonares.
Otro bando de INCRÉDULOS viendo como todos los estándares del ciclismo histórico y tradicional se van por el suelo, todo lo acostumbrado ya no tiene alguna razón y la lógica que en otros tiempos, era lo normal que sucediera con un corredor que a diario estaba en los primeros lugares, imponía marcas y derrotada a sus rivales, pero al final, de no tener una adecuada regulación de sus exigencias, como tenía que ser, su organismo llegaba al límite y de un momento a otro las monumentales "pájaras" hacían que ese superdotado se derrumbara y todo su maravillosa actuación de invencible se terminara, finalizando con un retraso de horror que lo dejaba a grandes distancias de sus rivales.



Ese era el ciclismo tradicional lógico y razonable, pues hasta este siglo no había existido un superdotado que sin ´ayudas adicionales´ superará con tanta amplitud a sus adversarios, sin dar muestras de rendirse y llegar a la meta brincando de felicidad, celebrando victorias, una tras otra mientras sus rivales se desploman sobre las bicicletas por el esfuerzo realizado.
¿En que quedará el ciclismo y su larga historia de héroes de las carreteras? de llegar algún día venidero, en que, por alguna razón, lo que hoy se vende a la humanidad como un gran salto lícito de superación, que doblega los campos de la debilidad del deportista, sea solo una ilusión, otra fantasía, como ya ha ocurrido con triunfadores invencibles, frustrando al aficionado y abriéndole los ojos a una realidad dolorosa que le haga perder la fe y su pasión por el deporte de sus sueños.
¿Hacia dónde oscilará en el futuro el péndulo de la verdad? Mejor no quiero ni pensarlo y de mi parte, por bien del ciclismo, para no propinarle un nuevo golpe de falsedad, preferiría que el tiempo le dé la razón al primer grupo de seguidores.

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