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lunes, 29 de julio de 2024

La verdad no tiene remedio (enfrentamiento entre Nadal y Djokovic)



Por Raúl Bretón.-

Si los designios de la lógica se imponen, el enfrentamiento número 60 entre Nadal y Djokovic fue el último del más prolongado y cerrado mano a mano de la historia del tenis, entre los dos mejores y más laureados jugadores. No era un partido más ni un escenario cualquiera. Ambos sabían que el de hoy, por esos caprichos que otorga el sorteo, podría significar el punto final en una cancha como la Philippe Chatrier, feudo del mismo Nadal en un Roland Garros que esta vez no era Roland Garros, sino los Juegos Olímpicos de París. El tenis es un deporte tan cruel como honesto. Cruel porque suele mostrarte el camino del adiós cuando tus recursos ya no son los que fueron, y honesto porque te coloca en el justo lugar que la irremediable actualidad te dicta. Solo quedan algunos destellos de aquel Nadal imperial y dictatorial en tierra batida. Pasión e iniciativa abundan. Nole desnudó su presente de principio a fin, a pesar de esos buenos quince minutos de intentos de resurrección en el segundo set que no fue más que puro espejismo para evitar un score final humillante. Nadal es aun pasión e iniciativa, pero se echa de menos su fortaleza y espíritu combativo que muchas veces convirtieron en él lo irracional en racional, lo imposible en posible, y la adversidad en oportunidad. Difícil decir adiós. No es fácil, pero cuando el baño de realidad te dice que has perdido décimas de segundo en capacidad de reacción, de instintos, cuando tus fuerzas no son las mismas, cuando tu cuerpo entra en esa batalla sin fin con los inequívocos recados de saturación que envía el cerebro, entonces es mejor construir el camino hacia una marcha digna que no manche un legado único y sin paralelos en una superficie tan complicada como desgastante como la blanda, para que no quede en las memorias de los que aman este deporte las batallas perdidas que llegan cuando la biología impone un retiro durante el ocaso. Djokovic tampoco es el Djokovic pletórico y dueño de una elasticidad propia de un gimnasta, pero aún le queda para al menos dar algunas batallas a los Sinner y Alcaraz, dueños ya del presente y futuro del tenis.

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