SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Una abuela comenzó a presumir de un “gato callejero” enorme, fuerte y muy saludable que solía visitar su casa todos los días. Orgullosa, contaba que el animal era tranquilo y educado, y que siempre comía del plato que le dejaba afuera.
Intrigado, su hijo le preguntó por la raza del gato, pensando que se trataba de alguna especie doméstica poco común. Sin embargo, al revisar las cámaras de seguridad, descubrió la verdad: No era un gato, sino un puma adulto que, sorprendentemente, se comportaba con total calma frente a la abuela.
Los expertos explicaron que el puma percibía a la mujer como una figura sin miedo, alguien que lo alimentaba sin representar una amenaza. Probablemente, el animal la veía como una matriarca protectora, una presencia respetuosa y serena dentro de su territorio.
Un hermoso ejemplo de cómo la naturaleza puede crear vínculos inesperados cuando hay respeto, confianza y paz.
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