Desde que sus inicios, Juana Fernández se ha dedicado en cuerpo y alma al ciclismo, disciplina de la que ha sido una de sus principales exponentes. Figura con sus hijos, Aaron y Sigfredo
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Mucho antes de que sus niños Sigfredo y Aaron despierten, ya Juana Fernández desafía el peligro en ocasiones latente para los ciclistas, ya sea escalando las alturas de Resolí, en San Cristóbal o recorrer la tumultuosa avenida Las Américas con destino a Boca Chica y algunos parajes aledaños.
Estas, representan parte de las exigencias propias de la carrera con la que se enamoró en el deporte, claro siempre que anhele hacerlo con la pasión que le permita el que a su más de 40 años conquiste competencias tan importantes como lo hizo en el 2014 en el Campeonato de Ciclismo del Caribe, donde clasificó para los Centroamericanos de Veracruz, México y ser propietaria de una hoja de servicio tan positiva que la colocan en el pódium de las tres pedalistas de mayor renombre en la historia del ciclismo femenino del país.
Y es que Juana ha dedicado casi toda una vida al ciclismo dominicano, cuya exitosa carrera se percibe tan pronto se ingresa a su hogar y observa en paredes y anaqueles la extensa colección de medallas, placas y trofeos, de diferentes tamaños y colores que sin imaginarse mucho se llega a la conclusión de que en esa vivienda reside una campeona del deporte.
Empero, el alcanzar ese rango requiere de grandes sacrificios y dedicación, que a pesar de triunfar en más de un centenar de carreras no son debidamente recompensados como lo merece una atleta de su nivel, que cada día temprano sale a entrenar, pero quien de cualquier formas se las arreglas para que su pasión por los pedales no le afecte el amor de madre que debe proporcionarle a sus hijos.
Juana Fernández en el escalón más alto del podio de los Campeonatos de Ciclismo Elite del Caribe, Puerto Rico, 2014. |
Vida entre ciclismo y ser madre
A pesar de que desde antes de las seis de la mañana su vida transita entre las ruedas, Juana plancha los uniformes escolares, prepara las loncheras de sus vástagos de ocho y cinco años, quienes en la hora matutina tienen que asistir al colegio Jardín Divino siempre acompañado de sus tías Dolores o Pascuala Veras, quienes residen próximo.
“Trato en todo caso de brindarle algo al ciclismo, pero sin nunca descuidarme de la educación, alimentación y el cariño que requieren mis hijos por parte de su madre”, expresa la consagrada atleta, cuyos dos retoños también comienzan a experimentar el sabor del éxito que brinda el deporte, pues entre las decenas de reconocimientos de su progenitora se perciben unas “medallistas” ya obtenidas por ellos en duatlón, además montan bicicletas y tienen sus pequeños uniformes, cascos, además de estar en natación.
Buscar a sus infantes al colegio, tenerle siempre listos sus comidas, ayudarle a realizar las tareas escolares, educarlo siempre por el buen camino, llevarlo a entrenar en la tarde, brindarle el amor de manera sincera, son de las cosas que marcan la cotidianidad de esta deportista, que precisamente mediante el ciclismo fue tocada por cupido una tarde cualquiera mientras se encontraba en la tienda de bicicleta de su amigo Marcos Gratereaux (Champion Bike), en Nueva York, lugar a donde llegó Sigfredo, hoy padre de sus hijos, quien primero la confundió con la esposa del dependiente para luego de aclararse las cosas, invitarla a cenar y desde ahí nació lo que es hoy su familia, aunque su pareja aún reside en Estados Unidos.
Su inspiración como atleta inició de la mano de su hermana Pascuala Veras, una reina de los maratones, Juana tuvo una época efímera en el atletismo, luego fue clavadista en natación, comenzó a alcanzar renombre en triatlón, disciplina en la que comenzó a lograr notoriedad. Para ello sus triunfos y éxitos han requerido de muchos sacrificios, uno de ellos aconteció en el 2014 cuando conquistó el Campeonato del Caribe en Puerto Rico, en cuyo viaje tuvo que llevarse a sus dos retoños, pues para entonces su hermana no podía brindarle las atenciones.
El gran día de la competencia representa uno de esos acontecimientos para nunca olvidar, primero no quiso dejar los niños solos en la habitación del hotel, lo llevó a la prueba, lo sentó en un lugar y cada vuelta que daba en el circuito siempre echaba una mirada a donde los había dejado “sentaditos”, por suerte que Sigfredo y Aaron como buenos obedientes nunca se movieron al parecer hipnotizados por el recital de carrera que registraba su madre, quien para entonces recorrió los 81.8 kilómetros en tiempo de dos horas : 28 minutos y 24 segundos, con lo cual venció a Zeenique Williams, de Bermudas (2:29;25) y Mellizza Alexandro, de Martinica (2:29;26).
Juana Fernández compitió y ganó estando embarazada
Pero esta relación madre-hijos en el ciclismo y el hogar viene desde que tuvo a sus vástagos en el vientre, pues con los dos embarazos permaneció los primeros tres meses no solo montando, sino conquistando carreras, tras nacer los llevaba a ambos para las carreras, uno montando su “bicicletica” y el otro en el coche.
“La seriedad y disciplina que ha mostrado en el ciclismo son factores vitales en su éxito”, expresa Vero Moreno, veterano entrenador, quien por unos 20 años ha laborado con ella, primero en su formación y más tarde en el desarrollo registrado en una carrera Con más de 20 años adscrita a la Fuerza Aérea Dominicana, Juana en dos ocasiones (1994 y 1996) fue reconocida como la mejor atleta de los Juegos Militares, fruto de haber conquistado la mayor cantidad de medallas, por ejemplo en los de 1996 alcanzó la friolera de siete doradas, en varias oportunidades ha sido galardonada como la mejor atleta en ciclismo por el Comité Olímpico Dominicano y la Asociación de Cronistas Deportivos. Ella agradece todo el soporte que le ha brindado el actual Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana, Mayor General piloto Elvis Marcelino Feliz Pérez. (Pedro G. Briceño/LISTÍN DIARIO/28 de mayo 2015).
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