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sábado, 5 de abril de 2025

Emil Zatopek utilizaba método de entrenamiento considerado absurdo



SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Emil Zatopek
🇨🇿
era un tipo especial. Había nacido en Checoslovaquia justo a tiempo para vivir la Segunda Guerra Mundial como país ocupado y para ingresar en el ejército comunista como liberado.
En 1945 ya era un gran corredor, con un nuevo método de entrenamiento que sus rivales consideraban absurdo. No era el más dotado ni el más estético, pero era el mejor, y estaba a punto de demostrarlo.
En julio de 1952 se plantó en Helsinki
🇫🇮🥇
en 5.000 y
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10.000 metros, sus distancias favoritas. Y se presentó al maratón por primera vez en su carrera. No había pasado ni una semana entre la primera y la última prueba y Zatopek barrió a todos sus rivales y subió a lo más alto
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del pódium.
dispuesto a competir en las pruebas de fondo. Ganó el oro
La hazaña lo llevó al estrellato mundial. Zatopek era además un tipo con carisma, que salía en las pantallas con su correr agónico y después sonreía a periodistas y aficionados, que lo adoraban. Era el Muhammad Ali del atletismo, al otro lado del Telón de Acero.


Zatopek compitió en 334 carreras con 261
🏆
victorias, y ascendió al grado de coronel del Ejército Popular de Checoslovaquia. Y se retiró de las pistas como héroe nacional.
Pero el héroe viviría su caída una década después, cuando la Primavera de Praga le colocó en el lado de los derrotados. Apoyó a Dubcek y su “socialismo de rostro humano”, y los soviéticos lo mandaron al ostracismo.
Fue expulsado del Ejército y del Partido Comunista, y pasó a ser una figura envuelta en sombras, rumores y sospechas. Tuvo que dejar a su mujer y vivir en una caravana, trabajando de forma itinerante. Pasó de los hoteles y la adulación al servicio de basuras de la compañía municipal, sin caminos intermedios.
Su reeducación terminó en los 70, después de varias cartas de redenciones, cuando volvió a ser un ciudadano querido y perdonado. Murió en el año 2000, con 78 años. La revista Runner’s World lo eligió como mejor atleta de la historia y Jean Echenoz le dedicó el segundo de sus tres libros biográficos sobre tres grandes figuras: Ravel, Tesla y Emil Zatopek, la “locomotora humana” con la que no pudo ni siquiera el ejército de la Unión Soviética.

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