“No vine a México a vender bicicletas… vine a encender una cultura sobre dos ruedas.” — Giacinto Benotto
Giacinto Benotto no era un comerciante más.
En 1948, su hermana llevó el apellido Benotto a Venezuela… pero fue en 1953 cuando él aterrizó en México, con una misión: elevar el nivel del ciclismo y dejar huella.
No trajo fábricas gigantes ni slogans publicitarios.
Trajo cuadros de acero, precisión milimétrica y la idea de que una bicicleta bien hecha podía cambiar vidas.
Sus modelos no tardaron en hacerse leyenda: campeones en competencias, favoritas de amateurs y profesionales, símbolo de orgullo para quienes las montaban.
En los años '80, tomó la decisión más audaz: cerrar producción en Italia y Venezuela
para centralizar todo en México.
Porque este ya no era un país donde vendía… era su hogar, y desde aquí llevaría el nombre Benotto a todo el mundo.
“Si alguna vez pedaleaste y sentiste que tu bici era parte de ti… probablemente llevabas un pedazo de su sueño entre las manos.”
Giacinto Benotto: el hombre que cambió la forma de pedalear…
y puso a México en el mapa del ciclismo mundial.
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