El autor de este articulo es un destacado cronista deportivo en las áreas de prensa escrita, televisiva y radial. |
Por Osvaldo Rodriguez Suncar.-
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La actual administración del Ministerio de Deportes, vale decir, su principal incumbente, el ministro licenciado Danilo Diaz, ha asumido la celebración nuevamente de los Juegos Deportivos Nacionales y los Juegos Patrios en Nueva York. También los Juegos Patrios en España, con la intención de alegadamente, según se ha dicho, involucrar en estos últimos a la comunidad dominicana en todo el Viejo Contiente (Europa).
No recuerdo si antes se habían celebrado unos Juegos Patrios en Europa. Sí recuerdo haber asistido a la inauguración, por casualidad, de unos Juegos Patriso en Nueva York, a principios de los años 90, en una escuela que creo se llama Washington High School, en Manhattan.
Desde casi siempre, y después de ver el fracaso que tuvieron los Juegos Nacionales de 1979 en San Francisco de Macorís, en cuanto a sus resultados para el país, me he mostrado en desacuerdo con la celebración de los mismos, de una manera cualquiera de las cuales han sido llevados a efecto.
Los de 1977, en el Distrito Nacional, fueron los primeros de la nueva versión de entonces, de un certamen multidisciplinario que para la fecha no se celebraba en el país desde la oprobiosa Era de Trujillo.
Siempre dije que no veía bien el derroche de dinero que para mí representaba la celebración de los Juegos Deportivos Nacionales cada dos años, entonces, en diferentes provincias del país.
Llegué a proponer que se llevaran a efecto cada cuatro años en una provincia del interior y dos años antes a cada versión de esas, en la Capital. Para la época apenas comenzaba mi carrera como periodista.
Mantenía esa posición, por entender que la economía del país no aguantaba montar esa llamada fiesta deportiva cada dos años, con el complejo compromiso de afectar prácticamente en todas las áreas la economía de la provincia sede.
Desde el punto de vista técnico, también cuestioné y aún cuestiono los resultados que para el país tuvieron los Juegos Deportivos Nacionales.
En definitiva creo que esa fue una fiesta para unos pocos, como se acostumbra en un país en el cual del Erario han salido grandes fortunas.
No creo que ninguna de las razones o circunstancias por las cuales prácticamente nunca estuve de acuerdo con los Juegos Deportivos Nacionales hayan variado favorablemente. Por el contrario, varias de ellas han empeorado, para hacer más firme mi desacuerdo con éstos.
En cambio, creo que los Juegos Patrios, de los que también se beneficiarán económicamente unos pocos (aquellos que estén pegados o más cerca de las ubres del Poder) reportan mayores beneficios al país.
Desde el punto de vista económico, el país no tiene que meterse en la tarea de construir instalaciones, en general edificaciones, para el montaje de los juegos en la llamada Gran Urbe. No hay calles, contenes, ni aceras que arreglar. No hay acueducto, ni líneas del tendido eléctrico que reparar. En fin, el país se ahorra un montón de gastos, en muchos casos "creados" para beneficiar a "correligionarios" del partido de turno en el poder.
Tampoco serían tantos y variados los suplidores de servicios de esa parcela política. Pienso yo. Sabe Dios si la inventiva mafiosa del dominicano crea sus históricas fuentes de corrupción, como en el pasado.
Con los Juegos Patrios en Nueva York, la segunda ciudad más poblada por dominicanos en el mundo, se logra la integridad de la diáspora alrededor de un sentimiento nacional.
Es como recompensar a quienes constituyen los principales remesadores o proporcionadores de remesas para el país. Una forma de devolverles algo, a quienes tanto aportan con sus remesas a la vida nacional. ¡Y vaya si se lo merecen!
Desde el punto de vista técnico, es una forma de ir captando el talento para nuestros equipos nacionales, provenientes de esos hijos de dominicanos nacidos en Estados Unidos, formados deportivamente bajo mejores condiciones materiales que nuestros atletas residentes en el país.
Recuerden que nuestra primera medalla de oro olímpica, la aportó un hijo de esos dominicanos, quien nació en Estados Unidos, el gran Félix Sánchez, quien luego aportó a la cosecha nacional una segunda medalla de oro olímpica, de tres que hemos conseguido como nación. ¡Ah! Y recuerden que como bien dijo el pitcher de los Yanquis Dellin Betances: "Los dominicanos nacemos donde nos da la gana".
Acercar al terruño patrio o al de los padres a ese más de un millón de dominicanos que residen en Nueva York y otros estados de la Costa Atlántica (Pennsylvania, New Jersey, Boston) es una política inteligente de cualquier gobierno.
Si los Juegos Patrios constituyen un vehículo para ello, entonces es evidente que su celebración es una inversión positiva, por razones obvias. Como también lo es la poca rentabilidad que para el país tienen los Juegos Deportivos Nacionales, en nuestro terruño.
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