Por Manuel Pérez Aguirre.-
MADRID, España.- Con 'don Federico' nunca se sabe. Loroño, su enemigo declarado, le llamaba el 'Pirao'. También le apodaban el 'Lechuga'. Por su cuerpo, tan magro. Pellejo puro. Una fotografía del hambre de postguerra. Un tipo extravagante, contradictorio, un toledano del Barça en la época dorada del Real Madrid. Retador a veces, apocado otras. Individualista... Genial. Con él, nunca se sabía.
El mejor ciclista español de su época nunca ganó la Vuelta pero sí un Tour, el de 1959, el que sacó del aislamiento a la España cerrada a cal y canto por el franquismo. Aquel país que acababa de dejar el racionamiento y que sólo tenía como consuelo el gol de Zarra, los puñetazos de Paulino Uzcudun y alguna gesta del Real Madrid. En eso llego él, Federico Martín Bahamontes, y conquistó París. Ídolo nacional. Total. Cuatro años atrás, había amenazado con nacionalizarse francés: como no le quisieron pagar por ir al Campeonato de España, se negó a participar. Le sancionaron. Y él dijo que se cambiaba de país. Su esposa, Fermina, sin que él lo supiera, pagó la multa y 'Fede' siguió de español. Con 'don Federico' nunca se sabe. Ni siquiera lo del nombre: en realidad le bautizaron como Alejandro. Lo de Federico fue empeño de un tío suyo.
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