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viernes, 3 de julio de 2015

Alpe D’ Huez: Dura escalada de las 21 curvas del Tour de Francia

La afición se agolpa, estrechando cual maremágnum cada vez más la carretera durante el paso de los corredores en la mítica escalada francesa.

Por Ignacio Córdova Navarro.-

MÉXICO, Distrito Federal, México.- La primera vez que transité por Alpe D´Huez, cima de mil 860 metros de altitud ubicado en los Alpes Centrales franceses, me quedé verdaderamente maravillado. Primero por la belleza de la campiña y dos por conocer una de las estaciones alpinas más famosas del mundo que en lo deportivo, es un referente para definir al campeón absoluto del Tour de Francia.

A bordo de un Citroen, mis compañeros Adolfo Cortés, de “Excelsior”, y Oscar Martínez, de “Ovaciones”, iniciamos el ascenso a las 21 curvas que nos llevan a la cima donde sólo los grandes ciclistas como el italiano Fausto Coppi --por tan solo mencionar a uno-- se han llenado de gloria.

En aquella ocasión se corría la decimoprimera etapa (Saint-Gervais-Alpe de Huez) de 182,5 kilómetros en la que el italiano Gianni Bugno resultó vencedor, mas no alcanzó el maillot amarillo.
Vista aérea tomada por uno de los helicópteros del Tour, del trazado de los 21 codos de la escalada a Alpe d' Huez.

Existe una regla no escrita que señala que el que sale de amarillo (líder) de L’Alpe d’Huez llega de amarillo a París. Sin embargo, esta máxima no es del todo cierta, ya que en 1987 (el español Pedro –Perico-- Delgado) y 1989 (el francés Laurent Fignon) no se coronaron finalmente.

Durante el ascenso a la cima, de pronto, una niña se suelta de la mano de su madre y Oscar presiona el freno a todo lo que da. El carro patina y queda de lado. De no haber traído el cinturón de seguridad me habría dado un buen cabezazo con el parabrisas, más sin embargo Adolfo se fue contra el respaldo de mi asiento.

Un policía corre hacia nosotros y nos pregunta si estamos bien, y nos ayuda a retirar a la gente para que coloquemos el auto en la dirección correcta. Otro miembro de la gendarmería ya tiene a la niña de la mano y al entregarse a su madre le hace un severo extrañamiento.

El trayecto es impresionante toda vez miles de personas se encuentran ubicadas a la orilla de la carretera. Las cifras señalan hasta 400 mil personas que desde un día antes de que pase la etapa acampan en casas de campaña o en sus vehículos para ver el paso de los titanes del asfalto.

Como si fueran de camping o a la playa, cientos de familias sentadas frente a sus mesitas degustan de un buen vino y bocadillos o carnes asadas. Muchas chicas en bikini se asolean mientras llega el paso de los ciclistas.

En un principio, cada curva llevaba el nombre de uno de los ganadores de etapa. El vigésimo segundo ganador fue Lance Armstrong. Como no había más curvas, la organización empezó otra vez desde la primera, de modo que ahora se llama Coppi-Armstrong.

El Diablo es uno de los personajes tradicionales que con su tridente se aparea con los competidores durante el ascenso. En una ocasión se informó que este demonio amarillo dejaría de asistir a dicho certamen por falta de patrocinio. 
De pronto a lo lejos, se comienzan a visualizar a los corredores, la gente se arremolina en la orilla y apenas dejan un espacio para que los ciclistas pasen. Los gritos de “alé, alé” comienzan a escucharse. De pronto un personaje clásico del Tour hace su aparición, el Diablo surge entre la gente y comienza a bailar al ritmo del concierto de pedalazos.

Los vehículos de prensa y de la caravana publicitaria ya van adelante e incluso algunos ya están en la cima de la estación alpina a la llegada del ganador.

Mientras, abajo, varios aficionados corren a un lado de los ciclistas gritándoles, o dándoles de palmadas en la espalda –ello, es lo peor que uno puede hacer, pues en vez de estimular al corredor, lo enfurece-.

La policía no se da abasto tratando de echar fuera a los aficionados locos que vienen entorpeciendo el paso del pelotón. Los niños de pronto se atraviesan sin medir peligro de que puedan ser arrollados por los propios vehículos del pueblo rodante o los propios ciclistas. Es una pasión.

Ubicada en el Departamento de Isère, región del Ródano-Alpes, Francia, esta estación alpina se inauguró como tal en los años 30 y es etapa casi fija del Tour desde 1952.

Cuenta la historia que en 1952 Élie Wermelinger, uno de los comisarios del Tour, llegó al “resort” invitado por un grupo de empresarios turísticos de la zona. Le convencieron de que el Tour pasara por allí y ese mismo año se estrenó la etapa, convirtiéndose en el primer final de etapa en alto de la ronda gala. El primer ganador fue el italiano Fausto Coppi.

El italiano Fausto Coppi (1952) fue el primero en ganar en Alpe d'Huez. Aquí seguido por el pequeño francés Jean Robic.


Tuvieron que pasar 24 años hasta que se volviera a subir, y desde entonces se ha ascendido todos los años, lo que pasa es que a partir de 1995 la organización la pone un año sí, un año no.

Alpe d’Huez es conocida también como la “Montaña de los Holandeses”, porque, y sobre todo al principio, los holandeses fueron los que partían la pana. Por cierto, desde que Theunisse ganara en 1989, un neerlandés no ha vuelto a ganar en Alpe d’Huez.

La ascensión más rápida de la historia de esta cima la consiguió Marco Pantani (37 minutos y 35 segundos, en 1997), seguido de Lance Armstrong (37’ 36″, en la cronoescalada de 2004).

La segunda ocasión que visité ese sitio me tocó ir al volante, con Miguel Aguirre Castellanos, de Radio red como copiloto y me percaté que de no haber sabido conducir como todo un profesional, no habría podido subir el coche, pues aunque era un modelo del año y de agencia, el juego del clucht y acelerador fue vital.

Entonces me dije: “¿Si un vehículo de motor y cuatro ruedas batalla por ascender Alpe d’Huez?, los ciclistas en verdad que necesitan ser elegidos por la mano de Dios para protagonizar una de las ascensiones más difíciles del Tour”.

Los ganadores del Tour que concluye en lo más alto de Alpe d'Huez.
Cabe destacar que esta montaña no se compara con ninguna otra en el mundo, toda vez que es mítica, es leyenda, es esfuerzo, es referente para definir al campeón absoluto del Tour de Francia.



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