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sábado, 14 de mayo de 2022

Raúl Bretón analiza la fuerte paliza que le dio Bivol al Canelo



Por Raúl Bretón.-

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Solo la valentía y el orgullo inoculado en el ADN del boxeo mexicano mantuvieron de pie a Canelo durante los últimos asaltos de un combate en el que terminó pidiendo la hora.

Superado de principio a fin por un Bivol incombustible, inteligente y potente, una versión inédita de Canelo fue desapareciendo en la misma medida que el combate crecía.

Habría que remontarse a la pelea contra Mayweather o algunos asaltos de sus dos combates contra Golovkin para encontrar imágenes en las que Canelo retrocede. Castigado en las cuerdas y sometido en el centro del cuadrilátero por un boxeador ruso paciente y calculador que no desperdició energías lanzando golpes innecesarios ni entrando en el juego que le proponía Canelo.

Esta vez el mexicano sintió la desventaja de enfrentar a un rival que le supera en cada uno de los detalles físicos y técnicos. Bivol, propietario de un veloz jab de derecha indescifrable para Canelo, combinado con un infrecuente pero efectivo gancho, fue quizás el rival más respetuoso que ha tenido Canelo durante la etapa de promoción de la cartelera.

Callado, como evitando cualquier declaración fuera de tono en torno a la operación militar que libra su país en territorio ucraniano, para no perder su enfoque en la pelea, Bivol no se presentó nunca como un trámite en el recorrido de Canelo. Se anunciaba como un enfrentamiento igualado y difícil por las características boxísticas de un pugilista que aún no conoce la derrota y con capacidades técnicas defensivas impropias de boxeadores de su peso.

Evidenciado el error de Reinoso en insistir subir de peso a un Canelo que ha demostrado ser un 168 libras genuino, que las siete libras que tuvo que aumentar nuevamente le afectaron movilidad, capacidad de reacción y contundencia.

Por esas razones fue presa fácil cada vez que se refugiaba en las cuerdas. A pesar de lo devaluado que está el peso crucero, un campeón es un campeón. Eso lo subestimó la esquina del Canelo.

Su evidente embriaguez de éxito no permitió que vieran las virtudes de un rival de escasos defectos. A Bivol no le afectaron ni el  apático escenario que le prohibió cualquier manifestación patriótica, ni la regla de no rehidratación preestablecida.

Canelo pierde mucho en este fallido intento de otro cinturón en las 175 libras. Sus detractores se frotan las manos. La terca idea de buscar una revancha ante Bivol puede costarle parte del prestigio ganado en categorías inferiores.

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