Por Joan Seguidor.-
En un año habrán pasado veinte de aquellas imágenes de Joseba Beloki roto en un descenso hacia Gap con el nombre ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) en el maillot del equipo semanas antes de abandonar el ciclismo.
Recupero esta pieza, viendo que estamos en once del ONCE, una fecha que nos recuerda a fuego un equipo que nos sabe añejo, para recordar esos casi veinte años .
Hablar de la ONCE no sale barato, pero quedarse en el bosque no permite ver el cielo y el contrapoder que supuso, la calidad que manejó, las innovaciones que introdujo, algunas se venden como tales hoy, todo eso, sencillamente no puede olvidarse.
No creo que la ONCE y sus mentores se movieran en terrenos muy diferentes a sus rivales, fue el tiempo que les tocó y ahí nadaron, en aguas que no bajaban limpias… para nadie.
Y eso no trata de blanquear a nadie, cada palo debe sujetar su vela, pero sí poner en valor qué aportaría un grupo como el que dirigió Manolo Saiz…
Por eso dije que me gustó oír su versión en la Vuelta.
Permitidnos recordar esta pieza de hace unos años, que además se escribe en clave de dos pistards, los únicos españoles en el velódromo de Tokio -Sebastián Mora y Albert Torres-, quienes siempre tuvieron que luchar contra rivales acomodados en equipos del máximo nivel.
Leo este artículo de Fernando Llamas en su blog de Marca, de la necesidad de tener algún equipo más en España que dé salida al numeroso talento que hay a este lado de los Pirineos.
Habla de pistards españoles que no encuentran acomodo en casa, habla de los éxitos de Sebastián Mora y Albert Torres.
¿Por qué los pistards no tienen acomodo aquí?
Las opciones, queda dicho, no son muchas, aunque históricamente si miramos atrás tampoco es que fueran excesivas en tiempos más halagüeños. Eloy Teruel, que aún sigue en la cuarteta, y Sergi Escobar, pisaron chez Unzue efímeramente y ya.
Lo cierto es que mirando atrás, y sé que esto no va a ser popular para muchas personas, se extraña un equipo como la ONCE en el ciclismo, es más, se extraña mucho.
Dejando al margen los prejuicios, el periodo que va de 1989 a 2003 fue bueno para el ciclismo español, fue el periodo amarillo de la ONCE, antes de que entrara Liberty en un patrocinio que duraría dos años y medio por la Operación Puerto.
Con motivo del día que estamos y de la paupérrima situación del pelotón hispano, con Movistar arriba y Caja Rural en medio, he cogido ese libro que se hizo tras la desaparición del equipo que montó y gestionó Manolo Saiz para al menos recordar que por poco que fuera, el poder del ciclismo en España se repartía entre más manos que ahora.
Hojeo el libro y veo la ONCE de Peio Ruiz Cabestany, la primera ONCE, la que se llamó “pionera” por introducir las concentraciones en el ciclismo.
Pedro Muñoz, Johnny Weltz y la etapa de la Vuelta firmada por Herminio Díaz Zabala, recién llegado de ayudar a Perico en el Tour, marcan el paso de las páginas.
En el 90 aquel maillot verde, gris, amarillo, rayado,… en el Tour, los triunfos de Marino y Chozas en el Macizo Central. Casi ganan las tres grandes por equipos.
Al año siguiente la controvertida Vuelta de Mauri, la que quizá debió ganar Marino, la que tuvo en una nevada en Beret un momento clave,… el aterrizaje de Laurent Jalabert, que rápido gana, bajo el Atomium de Bruselas, escapado con Lemond y Chiapucci, la explosión de Alex Zulle que encadena triunfos y pierde la Vuelta con Rominger por un descenso de La Cobertoria, el adiós de Marino en una curva camino de Amorebieta,…
Aquellos años la Look de la ONCE de monocasco marcaba tendencia, la Klein que montaba un amigo mío y usaba Zulle en las cronoescaladas era una pluma blanca e hiriente. Cascos, ropa, monos,… todo transmitía modernidad.
El año 1995 fue un antes y después con Jalabert desencadenado, amasando un palmarés de esos que se ve cada ciertos años, Zulle arrinconando a Indurain en el Tour.
Posiblemente el mejor año. Caería la Vuelta a España varias veces, con Zulle, dos, y Jalabert, otra.
También quedó la sonrisa congelada de Mariano Rojas, esas historias que emocionan siempre que vienen a la memoria, y la de David Cañada, porca miseria.
Jalabert-Zulle, Zulle-Jalabert, pero también Roberto Sierra, Herminio, Leaniz, Aitor Garmendia, Marcelino García, Zarrabeitia, David Extebarria, Iñigo Cuesta,… los primeros pasos de Luis Pérez, de Purito, de Contador, de Carlos Sastre,… y las victorias y podios de Abraham Olano, Igor y Joseba Beloki.
Ya veis, jerarquía e historia, de cuando el ciclismo español tenía eso que se llama abundancia, eso que hoy echamos tanto en falta.
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