ROUBAIX, Francia.- Tom Boonen dejó escapar, quizás, la oportunidad de su vida. El ciclista belga, inmensa estrella en su país, perdió ayer, por muy poco, la posibilidad de conquistar por quinta vez la París-Roubaix. Ganarla, le habría convertido en el recordman absoluto de la famosa clásica francesa sobre adoquines, por delante de su compatriota Roger de Vlaeminck, con el que comparte el título honorífico. Boonen fracasó en su intento de hacer historia porque un australiano, veterano como él, Matthew Hayman, había decidido cambiar el rumbo de su vida. Hayman, un habitual gregario de 37 años que no contaba hasta ayer con ninguna gran victoria en su palmarés, venció en el velódromo de Roubaix tras unos ochenta kilómetros de fuga. Boonen, dos años menor que él, terminó segundo y triste como nunca antes.
Al ciclista del conjunto Etixx sólo le fallaron las piernas en el esprín final, en los últimos 200 metros de la carrera. Antes, Boonen se había mostrado imperial. Atacó junto con otros compañeros de equipo a unos 100 kilómetros para la meta en una estrategia que causó el desconcierto entre sus rivales, especialmente en Peter Sagan y Fabian Cancellara, los dos grandes favoritos, que tardaron en reaccionar. Boonen repitió su ofensiva al llegar en los tramos adoquinados decisivos de la carrera, dónde los charcos y el barro ocupaban la mayor parte de la carretera, dónde él construyó su leyenda cuando debutó en la Roubaix en 2002 a ruedas de Johan Museeuw, su antecesor en el corazón de los hinchas belgas. Era un día soleado en el Norte de Francia, cosa excepcional, pero la lluvia de la noche anterior dejó secuelas para desgracia de muchos corredores.
El suizo Cancellara fue el más ilustre de los caídos. El líder del conjunto Trek, que buscaba igualar a su mayor rival en el palmarés de la París-Roubaix el día de su despedida de la carrera antes de colgar la bici a final de año, se fue al suelo en tres ocasiones. La primera, después del mítico tramo del bosque de Arenberg. La segunda en el durísimo sector de Mons-en-Pévèle, cuando Sagan, que le seguía la rueda desde la salida en Compiègne, hizo un caballito para esquivarle en su caída. Y una tercera tras cruzar la meta, siete minutos después de Hayman, al recoger una bandera suiza que le tendió uno aficionado suyo que le aguardaba en una curva del velódromo. Cancellara llegó en Roubaix con el maillot hecho a pedazos y con heridas en los brazos. “Ahora sólo quiero disfrutar de mi familia”, dijo fatalista.
Sagan y Cancellara perdieron todas las opciones al verse cortados tras una caída en la cabeza del pelotón
Hayman es el segundo australiano, después de Stuart O’Grady en 2007, que triunfa en el Infierno del Norte, una carrera habitualmente reservada para los europeos debido a su particularidad que la hace única en el panorama ciclista. Este domingo contaba con más de 50 kilómetros de tramos adoquinados rugosos y muy resbaladizos repartidos en 27 sectores. Todo esto hace que la victoria en Roubaix sea una auténtica hazaña para el corredor oceánico. Aun más cuando se recuerda su primer contacto con el pavés a principios de temporada. Hayman contó que se rompió el antebrazo tras caerse en la clásica belga Het Niewsblad, a finales de febrero. “Los médicos me dijeron entonces que no tenía ninguna posibilidad para disputar la París-Roubaix”, confesó el ciclista, que sólo volvió a competir la semana pasada en el gran premio Miguel Indurain.
La París-Roubaix es una carrera en la que suelen triunfar los corredores experimentados. Y así lo aprendió Peter Sagan, de 26 años. El campeón del mundo, que llegaba eufórico tras su victoria la semana pasada en el Tour de Flandes, no supo recortar la distancia que le separaba con el grupo de Boonen, en el que también estaba Imanol Erviti. Al pamplonés de 32 años sólo le faltaron unos 20 kilómetros para dar la sorpresa, momento en el que Boonen, Hayman, Vanmarcke, Boasson Hagen y Stannard se marcharon hacia la gloria. El ciclista del Movistar terminó noveno, a tan solo un minuto de Hayman. Tan cerca y tan lejos a la vez. “Me quedo con un sabor agrio de la carrera”, dijo. A Erviti sólo le falta tener más experiencia. De hecho, debería tomar ejemplo en Boonen. El belga descartó ayer retirarse hasta lograr su gran reto. El reto de su vida.
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