Varios de los "volattas" que embalaron con Mark Cavendish se alegraron con el triunfo del "Hombre de la Isla de Man". |
Por Raúl Bretón.-
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Siempre he tenido un gran respeto por los sprinters: Pacientes, calculadores y conocedores de sus limitaciones. Enfermizos hedonistas que saben encontrar placer en el sufrimiento que padecen en las etapas de montaña, en donde tienen que escalar contra el despiadado reloj para no ser descalificados, pedaleando sobre superficies impropias a sus características, con el único objetivo de mantenerse en escena para las etapas siguientes en donde siempre aparecerá un recorrido de llanuras extensas y kilómetros finales que garanticen un desenlace acorde con su especialidad.
Son muchos los obstáculos físicos y mentales que debe superar un sprinter. Hay que aprender acomodarse en pelotones de cola de carrera para poder hacer el recorrido de visceral inclinación bajo el amparo de ciclistas que no luchan por nada, que solo estan por la labor de ser gregarios, abastecedores de turno o lobos solitarios que solo buscan permanecer en ruta en carreras largas de tres semanas como el Tour de Francia.
Por eso este récord de Mark Cavendish en el Tour tiene un mérito enorme. 35 etapas ganadas en el Tour es una empresa de altísima inversión física, un prolongado ejercicio que combina la perseverancia y la calidad en un deporte cruel y por momentos inhumano como lo es el ciclismo, en medio de una era en donde las carreras de larga duración están diseñadas única exclusivamente para que las ganen escaladores, dejando pocos espacios a una especialidad de prolongado sufrimiento y de explosión física tan implacable como fugaz como es la que realizan los sprinters en los metros finales de una etapa.
Desde mi punto de vista, Cavendish, en su especialidad, sólo tiene por delante a Mario Cipollini, un sprinter italiano con pleno dominio técnico de las ejecuciones, un calculador que siempre dosificó su esfuerzo, con una sabia lectura de carreras en donde siempre encontró la colocación perfecta y el momento preciso para lanzar ese ataque final que define las carreras.
Cavendish tuvo que compartir era con grandes finalizadores: Marcel Kittel, coincidió con el otoño de las carreras de Erik Zabel y Robbie McEwen. También con Andre Greipel, su gran rival en la etapa ‘prime’ de su carrera.
Cavendish ha tenido que superar momentos amargos como caídas, severas lesiones, descontento contractual y desencuentros con su misma federación inglesa. Dio vuelta atrás tras un falso adiós al ciclismo luego de fracasar en el Giro del 2023. Sabía que tenía la oportunidad de quebrar la marca de Merkx a sus 39 años durante el presente Tour en el cual inició bajo la sombra del pesimismo tras las malas sensaciones que le dejó la etapa de arranque.
Aunque está lejos de ser Eddy Merckx, Cavendish desde hoy es dueño de una marca que décadas atrás se pensó como imbatible, porque su antiguo dueño ha sido el mejor y más completo ciclista de todos los tiempos. (R.B.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario