Por Raúl Bretón.-
Ayer: Camerún 3-Serbia 3, Corea del Sur 2-Ghana 3, Brasil 1-Suiza 0, Portugal 2 -Uruguay 0. Hoy: Ecuador vs Senegal, Países Bajos vs Catar, ambos partidos a las 11:00 A.M. Irán vs Estados Unidos, Gales vs Inglaterra, ambos a las 3:00 P.M.
“A mí me gusta el juego de antes: era más lento, más creativo. No me gusta para nada el negocio que rodea al fútbol, el de la FIFA, las millonadas que se pagan por los pases en España, por ejemplo, con toda la miseria que existe. Me parece un absurdo. Igual sigo viendo fútbol. Eso sí, por televisión: a mis 76 años no me veo bajando a los saltos por la escalera de una cancha. Mi amor no llega a tanto”. Mario Benedetti, escritor y poeta uruguayo que siempre mostró su devoción por el fútbol, contrario a Jorge Luis Borges, exquisito escritor argentino que no escondió nunca su desprecio por el fútbol: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”.
El lunes nos dejó un empate de muchos goles, un hermoso y heroico partido de me das y yo te doy entre ghaneses y surcoreanos, un Brasil más pragmático que elegante, y un Portugal inscrito en los octavos. Canelo es ciclotímico, imbécil o quizá estaba bajo los efectos de una sobredosis de tequila. No digo más. Hoy inicia la tercera y definitiva ronda de la primera fase. Solo tres selecciones han asegurado sus pases a la muerte súbita de los octavos (Francia, Brasil y Portugal) Partidos de grupo al mismo tiempo para evitar especulaciones y posibles pactos.
Se juega observando el resultado del partido que sigue el mismo curso. Unos dependen de sí mismo, otros de terceros, y otros del gol average, último recurso resolutivo. Ver este Uruguay de dos generaciones resulta un trago de mate muy amargo. Por necesidad o calidad, quedan por ahí veteranos jugadores de la época del maestro Oscar Tabárez. Cavani, Suárez, Cáceres y Godin, todos con cierto protagonismo que nos dice que el fútbol base uruguayo sufre una evidente carencia de jugadores de calidad.
Araujo, Giménez, Darwin y Valverde son hoy el presente y futuro de un grupo que ayer se mostró sin ideas, incapaces de provocar situaciones claras de gol, salvo aquella maniobra de Betancur en la primera mitad que fue atajada por Diogo Costa. Ah, me dicen que Muslera también anda por ahí. A pesar del partido gris ante Suiza, Brasil sigue demostrando que es un equipo sólido en todas las líneas. Un muro inquebrantable en defensa, polivalente en el ataque con un juego por momentos directo y vertical, en otros coral y contemporizador.
Se echó de menos el descaro de Neymar, su capacidad creativa y asociativa que no tiene reemplazo en esta selección y eso Tité lo entiende. Fred, Rodrygo y Guimaraes tienen otras características y virtudes muy distantes a la polivalencia que ofrece Neymar en un amplio espacio que ayuda a generar más ocasiones de gol a los que juegan más adelante. Richarlison lo extrañó.
USA vs Irán, la política llevada al terreno de juego
El fútbol muchas veces se convierte en la continuidad de la política trasladada a un terreno de juego. Lamentable pero ha sido así. Utilizado como instrumento político por tiranos para lavar imágenes, el fútbol, como industria capaz de movilizar masas, debería ser el opuesto natural de la política pero no lo es.
El fútbol como espectáculo masivo ha sido aprovechado por la política, tanto en campeonatos de clubes como en partidos de selecciones. Los conflictos vienen de muy lejos. Argelia y Francia trasladaban sus problemas a los campos de juego en los años veinte del pasado siglo. España, país que manifiesta en el fútbol su evidente quiebre interno, tras la guerra civil de 1936, sufrió una ruptura en su fútbol con secuelas que se viven hasta el sol de hoy. La Segunda Guerra Mundial provocó que Europa mirara con sospecha a las selecciones de Alemania e Italia, aliados que de la mano de Hitler y Mussolini sembraron en el viejo continente la semilla de la discordia que tomó décadas solventar. Honduras y El Salvador tomaron la triste decisión de resolver sus históricas discrepancias a raíz de un partido de fútbol de eliminatorias para el Mundial en 1969. Aquello desencadenó un conflicto en donde no hubo vencedores pero sí perdedores ya que la llamada Guerra de las Cien Horas dejó miles de muertos de ambos lados. Argentinos e Ingleses tomaron el estadio Azteca durante el Mundial de 1986 para extender al terreno de juego la entonces fresca guerra de las Malvinas. Maradona, con la ‘Mano de Dios’ y el gol más hermoso de la historia de los Mundiales, vengó aquella derrota que Argentina sufrió en el campo de batalla. Es ineludible hablar del partido por permanencia (no me gusta llamarlo de vida o muerte porque no se trata de eso) que jugarán esta tarde las selecciones de Estados Unidos e Irán, dos países con profundas diferencias políticas que no guardan relaciones diplomáticas y que no esconden sus recíprocos desencuentros con sus disímiles posturas geopolíticas. Un error de Estados Unidos violar los reglamentos de la FIFA que son muy claros en cuanto al respeto a los símbolos patrios de sus países miembros. No incluir el escudo en la bandera de Irán es más que una violanción al reglamento, es trasladar al terreno problemas ajenos al deporte. No es la primera vez que estos dos países se ven las caras en un Mundial, pero abrir viejas heridas que creó la política, en el escenario deportivo más importante del deporte, no ha sido un acto oportuno de Estados Unidos. Que sean 90 minutos de puro fútbol y que al final algunos intercambien sus camisetas, por el bien del fútbol y por el bien de la misma política que al fin y al cabo termina afectándonos a todos (Fin)
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