Por Alejandro Matiz.-
Ciclismo Internacional.-
Julian Alaphilippe (Francia) se ha titulado como el nuevo campeón del mundo tras vencer sobre los 268.3 kilómetros entre Antwerp y Leuven. El francés gestó una exhibición desde falta de 55 kilómetros, siendo el encargado de seleccionar la carrera y luego, dar la estocada final para así retener su camiseta arcoíris.
Inicialmente se conformó una fuga de 8 unidades, que incluía a los latinoamericanos José Tito Hernández (Colombia) y Joel Burbano (Ecuador), además de Pavel Kochetkov (Rusia), Patrick Gamper (Austria), Rory Townsed (Irlanda), Oskar Nisu (Estonia), Kim Magnusson (Suecia) y Jambaljamts Sainbayar (Mongolia), con más de 4’30” de margen sobre un lote acaudillado por los belgas.
Los movimientos de gente importante comenzarían algo temprano, con un cambio de ritmo de Benoit Cosnefroy (Francia) a poco menos de 180 km a meta, acompañado por Magnus Cort Nielsen (Dinamarca) y Remco Evenepoel (Bélgica). A dicha movida se unirían progresivamente otros corredores de peligro como Primoz Roglic (Eslovenia), Kasper Asgreen (Dinamarca), Ben Swift (Gran Bretaña), Brandon McNulty (Estados Unidos) o Tim Declerq (Bélgica). Así las cosas se configuraba con colectivo persecutor de 15 corredores, obligando a Italia a tomar cartas en el asunto, asumiendo la responsabilidad de perseguir.
No obstante, las cosas no serían sencillas en ese corte. Mientras Remco estaba totalmente decidido a ir a tope y apostar por este, como un movimiento ganador, nadie le echaba un órdago y encima tenía el desacuerdo de su propio compatriota Declerq, quien le reclamaba por rodar tan fuerte, teniendo en cuenta que su líder no era el joven diamante, sino Wout van Aert. La falta de cohesión, facilitó las cosas para los italianos que a 133 km neutralizaron la emboscada.
Se llegó a un gran tramo de control y pausa. La labor belga era suficiente para el resto, sin deseos de gastar para estar al frente del pelotón. Pese a uno que otro intento por modificar el guion, las aguas se calmaron notoriamente y por ende, se debía esperar al circuito flamenco para retomar la acción.
Sería la iniciativa de Julian Alaphilippe la que se apoderaría de ese penúltimo circuito. A 55 de meta proponía en Mosskestraat un potente cambio de ritmo, idóneamente respondido por Jasper Stuyven y Wout van Aert y al que se irían sumando otra variedad de corredores. Se acercaban con peligro a un colectivo que había saltado previamente y que estaba compuesto por Evenepoel, Maduas, Tratnik, Bagioli, Van Baarle, entre otros.
El enlace de ambos grupos produjo la presencia de 17 ruteros en cabeza. Ellos eran Van Aert, Stuyven, Evenepoel (Bélgica), Colbrelli, Nizzolo, Bagioli (Italia), Alaphilippe, Maduas, Sénéchal (Francia), Mohoric (Eslovenia), Van der Poel, Van Baarle (Países Bajos), Stybar (República Checa), Pidcock (Gran Bretaña), Valgren (Dinamarca), Powless (Estados Unidos), Hoelgaard (Noruega) y Kwiatkowski (Polonia).
Ante la negligencia del segundo lote para perseguir -todas las selecciones tenían gente adelante- ya se dictaminó que entre esos casi veinte estaba el título mundial. En los siguientes repechos, ‘Loulou’ siguió dando espectáculo, abriendo siempre huecos cerrados por los belgas y demostrando una pletórica condición, empleada en comportamiento ofensivo necesario al no querer llegar necesariamente a un sprint.
Terminado ese circuito flamenco, se adentraron en un terreno de transición hacia las rampas de Leuven, donde predominó el impecable trabajo de Remco, muy activo para controlar y sin pedir relevos. Entrega total por Van Aert. Un comportamiento totalmente distinto al presenciado en la apertura de competencia.
Culminada la faena de Evenepoel, se dio paso al descontrol nuevamente originado por Alaphilippe, con ganas de seguir dando guerra. Pero siempre con algún corredor que se llevaba el resto a su rueda decidió bajar un poco la guardia y aguardar por una fase más apropiada para darlo todo.
Escogió un muro a 15 de la llegada para ser lanzado por su compañero Valentin Maduoas y salir a full gas. Nadie pudo responder y su potente ataque fraccionaba por completo la carrera. Era únicamente perseguido por Stuyven, Van Baarle, Powless y Valgren, mientras los Van der Poel y Van Aert dejaban todo en manos de los italianos, desatentos al momento de responder.
Con la entrega total en el tercer grupo y más ganas que fuerza en el segundo, se dilucidaba un escenario muy probable de conquista para Julian. Y se acabó ratificando una vez el cuarteto bajó el ritmo para jugarse las medallas restantes. Ahí entonces, lo presenciado fue pura exhibición de superioridad del galo y cautela entre belga, neerlandés, americano y danés.
Emocionado y con una sensación de no creérselo, celebró Alaphilippe su segundo arcoíris. Parecía no estar en la forma apropiada, pero se notó que su preparación estuvo bien encaminada para este reto. El embalaje por las plazas de honor fue vencido por Van Baarle y Valgren, acreedores de la plata y bronce. Increíblemente, Bélgica, tras una maravillosa labor, se quedó sin medallas, en vacío total.
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