Por Alejandro Matiz.-
Ciclismo Internacional.-
Liderar una gran vuelta es una proeza que pocos logran y por lo tanto es fuente de alegría y satisfacción. Pero cuando ese liderato se toma a causa de la desgracia de quien la tenía, los sentimientos cambian. Se chocan esa felicidad de cumplir la meta y el desazón de no haberlo hecho por propio mérito. Eso es lo que vive Kenny Elissonde, quien se apoderó de la camiseta roja de La Vuelta tras una caída de su portador, Rein Taaramae.
“No vi la caída. Estaba adelante en ese momento”, respondió el francés al ser preguntado sobre los detalles del incidente. “Sabemos que en el ciclismo cuando hay viento hay riesgo. Y también podrías perderlo con un abanico, así que tienes que estar atento”, prosiguió respecto al temor que originaron los vientos cruzados en el tramo final.
Agarrar el liderato de esa forma no ha sido de su total agrado. “Esta no es la forma en que quería tomar la camiseta”, confesó, pese a que sabe que nada puede hacer al tratarse de una adversidad que él no controló. “Aún así, no me gusta. No es un placer. Pero al final, no puedes hacer nada más, esto es así”, explicó el escalador del Trek-Segafredo.
No obstante, no quita el espacio para expresar las emociones del otro bando, las que normalmente deberían evocar sucesos como este. “Sigue siendo increíble llevar esta camiseta como líder de una grande. Después del Tour y los Juegos Olímpicos, me lo tomé con calma, y el equipo me preguntó si podía ir a la Vuelta y asumirla con calma. ¡Y mira! Esto es ciclismo. Es increíble”, finalizó Elissonde quien en la ronda ibérica ha materializado sus mayores éxitos como ciclista: Victoria de etapa (2013) y liderato en una cita de tres semanas (2021).
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