Por Fernando Llamas (MARCA).-
ITALIA.- La naturalidad con que sube montañas Mikel Landa se parece a la que practica conversando con sus amigos o con sus compañeros de trabajo o, aún peor, con los periodistas.
Parece que nada le afecta lo bastante como para cambiar de formas, en la carretera y en la cafetería. En la bici aspira a dar espectáculo, a volar como sus ídolos de adolescencia, como Marco Pantani, de quien copia la forma de agarrar la parte baja del manillar y el gusto por las acciones arriesgadas y espectaculares.
Fuera de ella habla con una sinceridad notable, su incipiente ascensión a la iconografía mediática no le ha cambiado el carácter. Ahora hay dos asuntos que moderan su discurso público. El primero es su probable marcha del Team Sky cuando termine su compromiso con los británicos en diciembre.
"Es una posibilidad que vuelva a correr el Giro con el Sky", dijo el viernes. ¿Diplomacia? Quizá no tanta, aunque se da por hecho que su próximo maillot tendrá color turquesa-Astana. Estos días está conviviendo con el director general del equipo, sir Dave Brailsford, y con su actitud y sus piernas no hay duda de que si por éste fuera, Landa se quedaría a su lado para ganar fuera del Tour, apoyar a Froome en Francia y convertirse en el futuro número uno cuando la estrella del afrobritánico palidezca
Pero las charlas con Brailsford han profundizado en otro asunto: el Tour de Francia, dentro de poco más de un mes. Chris Froome quiere que el español esté a su lado y ha presionado para que se cambie su programa. Giro-Tour en lugar de Giro-Vuelta.
Con un cambio sustancial: en la ronda española, Mikel podría haber ido de segundo espada o de primero, mientras que en la francesa no hay duda de que su única tarea sería ponerse al servicio de Froome.
"Después del Giro no podría ir a disputar el Tour", razona el de Murguía. Landa ha dicho públicamente que la decisión no depende de él. "Haré lo que me manden", resonó en la sala de prensa de Piancavallo.
Y también que cree ciegamente en que el líder del Sky en el Tour llegará en perfectas condiciones a pesar de la falta de resultados que se observa en su historial de este año. "Le veremos en el Dauphiné", advirtió.
Hay otro factor en este asunto del Tour de Francia. Mikel lo conoció el año pasado, hizo su trabajo decentemente, pero sin la brillantez que recayó en otros ciclistas, sobre todo en Wouter Poels. Terminó lesionado y con malas sensaciones. Quizá se vea con ganas de dar un toque en la carrera por etapas más importante del calendario.
Este Giro ha supuesto un ejercicio de superación incomparable para Mikel Landa. Ha recibido muchas lecciones que tendrá que desgranar en estos días, muchos datos para el análisis y mucho material para una maduración perfecta, como la de los mejores caldos de Rioja Alavesa.
De la miseria del Blockhaus a la excelencia de su última semana, ha dejado una huella profunda en su carrera preferida, la que abandonó hace un año sumido en la tristeza y la que le encumbró hace dos.
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