Félix --El Mecié-- Cepeda (derecha) junto al también veterano Manuel --El Pintor-- Medina. |
Por Félix Cepeda (El Mecié).-
Nací en un pequeño poblado de la costa Noreste de República Dominicana, que lleva por nombre Río San Juan, el cual es bien conocido por sus grandes atractivos turísticos, como son la hermosa playa de Caletón y la famosa Laguna Gri Gri.
Una soleada mañana de octubre del año 1956, sucedió algo verdaderamente impactante que llamó la atención de todo el poblado: Frente al cuartel de la Policía se había estacionado el primer carro que visitaba nuestra humilde comunidad. En seguida se corrió la voz por toda parte, y en poco tiempo el cuartel y el automóvil se encontraban totalmente rodeados por una multitud de curiosos que llegaba de todo lado.
Momento después de su llegada, del asiento trasero del carro, y ante las miradas de asombro de los agentes de la Policía, se desmontó un señor moreno de mediana estatura e impecablemente vestido. El elegante personaje pregunto dónde vivía la familia Cepeda. Aquel personaje era mi abuelo, que había ido a buscar a mi hermano y a mi para llevarnos a estudiar a la ciudad de Santiago de los Caballeros.
De esta manera --y sin yo imaginarlo-- estaba por comenzar a escribirse la historia del ciclismo en esta ciudad de los 30 Caballeros.
Recuerdo como hoy cuando aprendí a montar en bicicleta. Fue en una bicicleta muy vieja, cuadro 28, "adornada" con varias soldaduras, que mi hermano y yo logramos comprar por siete pesos, los cuales reunimos durante un año. En aquellos tiempos solo los hijos de los ricos podían darse el lujo de tener una bicicleta, pero nosotros lo logramos.
Así comenzó mi historia en el ciclismo, que me llevaria a ser el primer ciclista santiaguero en ganar carreras a nivel nacional en la Era Postrujillista; pero de eso hablaremos en otra ocasión. Ahora quiero ocuparme solo de una breve anecdota de mis comienzos, pues en el año 1968, sin ser aun ciclista y sin saber lo que era la palabra entrenamiento, solo con la fama de ganarles a todo el mundo en una bicicleta aros 26,de una sola multiplicacion, tome una vieja bicicleta de carrera prestada, a un amigo del barrio, y emprendi un insólito viaje en bici hacia mi pueblo natal, solo, sin repuesta y sin ningun tipo de experiencia, pero con la firme conviccion de que lograría mi objetivo. No fue facil, pero lo logré.
Al medio día había escrito una nueva historia, ya que era la primera bicicleta de carrera que visitaba a Río San Juan. Esta vez no me esatacioné, como mi abuelo frente al destacamento policial, sino que llegué hasta la casa de mi abuela materna, para bañarme y descanzar.
La moraleja de este relato es: SIEMPRE ES IMPACTANTE SER EL PRIMERO, NO IMPORTA QUE LO LOGRE EN UN COSTOSO CARRO, O EN UNA SENCILLA BICICLETA. (Félix Cepeda, psicólogo y ciclista máster).
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