Fue miembro de la Tricolor en Barranquilla, 1946, impartiendo clases de baloncesto a los futuros profesores de la Escuela Nacional de Educación Física en las instalaciones de la UASD.
Es que don Virgilio no se detenía. Sus conocimientos los compartía con todos los que de una forma u otra estuvieran ligados al deporte… era un todo-terreno.
Tranquilamente y sin aspaviento, sin reperpero alguno, así fue como vivió hasta sus días Virgilio Travieso Soto… excelente atleta, mejor dirigente, superior ser humano, honesto, responsable y justiciero.
Todas las virtudes que engalanan al Gran Maestro, pueden encontrarse en una o varias personas, pero no todas al mismo tiempo.
Don Virgilio fue un símbolo privilegiado, escogido por la naturaleza para ser así, único, exclusivo, con mentalidad abierta, pintada con una pizca de buen humor aún en los peores momentos.
El Dr. Federico Henríquez y Carvajal el 12 de agosto de 1903 al pronunciar su augusto panegírico del educador Eugenio María de Hostos… de modo lapidario sentenció: “¡Oh, América infeliz, que solo sabes de tus grandes vivos, cuando ya son tus grandes muertos!”.
Muchos ya no recuerdan a don Virgilio… porque ya murió!.
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