Por Alberto Soto.-
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En 1849, en una plantación de Georgia, nació un niño que parecía destinado a ser olvidado por la historia. Thomas Wiggins, conocido luego como Blind Tom, vino al mundo en una época en la que ser ciego significaba ser considerado inútil en el cruel sistema esclavista del sur de Estados Unidos. Su vida comenzó con rechazo: no podía trabajar en los campos, así que su dueño contempló la posibilidad de deshacerse de él. Pero el destino tenía otros planes.
Un día, cuando tenía cuatro años, Tom encontró un piano en la casa de su amo, James Bethune. Para sorpresa de todos, sin haber recibido una sola lección, se sentó y comenzó a tocar. Al principio, los sonidos eran caóticos, pero rápidamente empezó a imitar las melodías que escuchaba en la casa, con una precisión imposible para alguien que nunca había tocado un instrumento.
Bethune, al darse cuenta de que tenía entre sus manos un prodigio, decidió explotarlo. Lo entrenó con profesores de música y comenzó a llevarlo de gira, presentándolo como un fenómeno de la naturaleza. Con el tiempo, Tom fue llenando teatros en todo Estados Unidos y Europa. Podía escuchar cualquier pieza musical una sola vez y repetirla nota por nota, incluso piezas complejas de compositores como Beethoven o Chopin. Pero su talento iba más allá de la simple imitación: improvisaba, componía y le daba a la música un alma propia.
La gente acudía en masa a verlo. No solo porque era un virtuoso, sino porque su forma de tocar era visceral, como si la música hablara a través de él. Se dice que podía imitar con el piano cualquier sonido que escuchara, desde el trinar de los pájaros hasta el estruendo de una tormenta.
Sin embargo, su vida nunca fue completamente suya. A pesar de la fama y el dinero que generaba, nunca fue libre. Sus ganancias iban a parar a la familia Bethune, y Tom, con una mentalidad infantil debido a lo que hoy podría diagnosticarse como autismo, nunca entendió del todo la explotación a la que estaba sometido. Pasó su vida siendo trasladado de un lado a otro, tocando en escenarios deslumbrantes, pero sin tener control sobre su propio destino.
A medida que envejeció, la fama de Blind Tom fue decayendo, aunque su talento nunca menguó. Falleció en 1908, después de haber tocado para presidentes, músicos de renombre y miles de espectadores que quedaron maravillados con su don.
Hoy, su legado sigue vivo. Su historia inspiró a músicos como Elton John, quien compuso la canción The Ballad of Blind Tom en su honor. Y aunque su nombre no es tan recordado como el de otros genios musicales, su historia es un testimonio del poder del arte, la resiliencia y el misterio del talento humano.
Blind Tom no veía el mundo, pero lo escuchaba de una manera que nadie más podía. Y a través de su música, logró que otros también lo escucharan.
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