El corredor de 18 años ofrece una memorable exhibición en el Mundial junior, coronando una temporada en la que ha ganado 17 veces en 29 días. |
Por Sergio R. Vinas.-
Sólo lleva año y medio dedicado al ciclismo: fue capitán de las categorías inferiores del Anderlecht y de la selección belga de fútbol
Graben este nombre en su memoria: Remco Evenepoel. Dentro de unos años, no demasiados, será uno de los grandes del ciclismo mundial si nada se tuerce en su progresión. Quizá gane el Tour, el Giro o la Vuelta, quizá la Lieja o a lo mejor la París-Roubaix. Quién sabe. Con 18 años, todavía es pronto para saberlo. Pero ganará, de eso hay muy pocas dudas. No se recuerda un junior tan
No se recuerda un junior tan abrumadoramente superior a sus contemporáneos en la historia reciente del ciclismo. Su descomunal victoria de este jueves en el Mundial junior de Innsbruck es sólo la última y más mediática exhibición del ciclista que ya ruega, ruborizado, no ser comparado con Eddy Merckx.
Tras arrasar en la contrarreloj junior del martes, sacando minuto y medio en apenas 28 kilómetros al segundo clasificado, este jueves ha convertido la prueba en ruta en una absoluta masacre. Como si fuera un hombre corriendo contra niños, el belga ha ganado como y cuando ha querido. Sus rivales apenas han aspirado a aguantarle el ritmo el máximo tiempo posible para poder acceder a una medalla. El alemán Marius Mayrhofer (plata) y el italiano Alessandro Fancellu (bronce) fueron quienes les acompañaron en el podio de Innsbruck.
Pero como sucede con los grandes campeones, lo importante no es quién ganó, sino cómo lo hizo. A unos 75 kilómetros de meta, Evenepoel, que llevaba el dorsal 13 sin darle la vuelta, burlando a la superstición, se vio involucrado en una caída masiva en el pelotón. Cuando se levantó del asfalto y consiguió cambiar la rueda trasera, estaba a casi dos minutos del grupo de favoritos, en el que los italianos tiraban con fuerza, como ovejas que huyen del lobo.
El renacer de un grande
Y entonces llegó la monstruosidad de Evenepoel. Se puso a pedalear como un loco, ignorando la ayuda de los compañeros de selección que se habían descolgado para auxiliarle y despreciando un nuevo cambio de rueda, conformándose con la del coche neutro. Como si fuera en moto en vez de en bicicleta, fue adelantando sin aparente esfuerzo a todos los que se encontró hasta alcanzar al desconcertado grupo de favoritos. Y cuando llegó, en lugar de tomarse un respiro, se colocó directamente al frente para imponer su ritmo y destrozar con él, poco a poco, a todos los que le acompañaban. A falta de 20 kilómetros, ya estaba solo y se sabía campeón del mundo.
Ha sido el broche dorado para una temporada en la que sus resultados han sido estratosféricos. Según recoge el portal estadístico ProCyclingStats, en 29 días de competición ha logrado 17 triunfos parciales, cinco segundos puestos y otros tres 'top 3'. Ha ganado la general y la regularidad de las cinco carreras por etapas que ha disputado y la montaña en cuatro de ellas. Y además es campeón nacional, europeo y mundial junior tanto en ruta como en contrarreloj. Toda una generación de prometedores ciclistas ha tenido que conformarse durante este 2018 con las escasas migajas que les ha dejado Evenepoel.
El tópico invitaría a decir ahora que sus éxitos son fruto de años de meticuloso trabajo. Pero resulta que en este caso no puede ser más falso ese lugar común. Evenepoel apenas lleva año y medio entrenando y compitiendo en bicicleta. Su primera carrera en el circuito junior, la Aubel-Thimister-La Gleize, la disputó en agosto de 2017. Acabó el 136º la primera etapa... para ganar la del día siguiente y hacerse con el maillot de la regularidad.
La mejor decisión
Hijo de un ex ciclista profesional sin demasiado recorrido a comienzos de los años 90, el niño Remco se había decantado siempre por el fútbol. Tan bueno era desde pequeño que con cinco años entró en la estructura formativa del Anderlecht y con 11 fichó por el PSV Eindhoven. Con 13, regresó al equipo de Bruselas, en el que se convirtió en una de las jóvenes esperanzas del fútbol belga, haciéndose con el brazalete de capitán de la selección cadete y participando incluso en una pretemporada del primer equipo del Anderlecht.
Sin embargo, en algún momento, su carrera futbolística se truncó. Dejó de ser el gran jugador que había sido y el Anderlecht le dio la baja. Él mismo lo explicó hace unos meses en una declaraciones recogidas por Ciclo21.com: "Mis padres ya no me conocían. Normalmente, yo era un chico social, extrovertido y abierto, pero de repente dejé de sonreír y apenas decía palabra alguna en todo el día. Me dieron una oportunidad de seguir con mi carrera de futbolista en el Malinas [otro equipo belga], pero algo se había roto. Por mucho que me esforzase entrenando, había
perdido la ilusión".
El fútbol belga perdió una gran promesa, pero a cambio ganó a un proyecto de ciclista descomunal, quizá ese heredero de Merckx de Bélgica lleva 40 años buscando. "No quiero que me llamen el nuevo Merckx, yo soy el nuevo yo", despeja el chico. Queda mucho aún para saber si la comparación es tan exagerada como parece. Por el momento, el año que viene correrá ya como profesional en el Quick Step de Patrick Lefevere, al que no se le escapa ningún diamante en bruto. Desde ya, Remco Evenepoel es la estrella que nació en Innsbruck.
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