Por Osvaldo Rodríguez Suncar.-
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- No lo puedo negar, siento una gran pena por el resultado positivo a pruebas practicadas a Robinson Canó para detectar sustancias prohibidas en su cuerpo y la consecuente suspensión de 80 partidos por la oficina del Comisionado de Grandes Ligas.
Canó es uno de los peloteros por quienes más he sentido simpatía en mi vida, por su gran calidad como jugador, su sencillez como persona y su gran solidaridad con su gente, en San Pedro de Macorís.
Canó reconoció haber consumido una sustancia llamada furosemide, un medicamento que él dice le habría recomendado un médico en la República Dominicana, y el cual es un diurético, que de acuerdo a MLB (las Grandes Ligas) usan violadores de sus reglas sobre sustancias prohibidas, para encubrir el uso de esas sustancias.
Con el caso de Canó se alarga la lista de peloteros superestrellas dominicanos que han dado positivo (Alex Rodríguez, Manny Ramírez, Miguel Tejada, Nelson Cruz, Bartolo Colón), de muchos otros, incluidos jugadores de ligas menores. Para no mencionar a quienes son señalados como consumidores de esas sustancias, sin haber dado positivo luego que se puso en vigencia la penalización por el consumo de las mismas.
Sé que la gran mayoría de los dominicanos siente pena, como yo. Unos más, otros menos, por esos casos, los cuales presentan ante el mundo a esos grandes héroes deportivos nuestros como "tramposos".
En el caso de Canó, un tipo tan buena gente, inteligente y a quien admiro tanto, le daré el beneficio de la duda, lo cual para mí ya es mucho.
Ahora bien, independientemente si es cierto o no que consumió sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento, diré que una buena persona, no necesariamente deja de serlo por un fallo o error. Y Canó es una buena persona. Desde aquí mi apoyo moral para él. Si cometió un error, no seré yo quien lo crucifique por ello. Perdonar es de cristianos. Como el enmendar los errores.
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