La ‘grande boucle’ busca cómo evitar que el cuatro veces ganador participe si no se ha aclarado su caso de dopaje con salbutamol
Por Carlos Arribas (El PAIS).-
MADRID, Espana.- Ganado el Giro, miembro ya del club de las tres grandes, comparado con Eddy Merckx (Bélgica) y Bernard Hinault (Francia) nada menos, Chris Froome se ha declarado dispuesto a ganar de nuevo el Tour, que sería su quinto. No cree que el doblete Giro-Tour un mismo año, imposible desde 1998, cuando Marco Pantani lo logró, esté lejos de su alcance, y para prepararlo se concentrará la próxima semana en los Alpes, antes de presentarse el 7 de julio en la salida de Noirmoutier, donde, sin embargo, quizás se encuentre con la puerta cerrada.
El Tour no cree que la forma magnífica en que Chris Froome se ha impuesto en el Giro libere al corredor británico del embrollo en que se encuentra, ni que su imagen problemática se haya aclarado, ni tampoco el potencial daño infligido a la imagen de las carreras en que triunfe.
Antes al contrario. Su desazón ha aumentado. Y su miedo a que llegado julio la autoridad antidopaje de la Unión Ciclista Internacional (UCI) aún no haya decidido si solicita una sanción para el británico, positivo por salbutamol en la pasada Vuelta. En todas sus declaraciones públicas, el presidente de la UCI, el francés David Lappartient, ha señalado que duda de la posibilidad de una resolución próxima.
Si antes de correr la carrera italiana (animado por una prima de salida de dos millones de euros), solo su victoria en la Vuelta corría peligro, terminado el Giro, son dos las victorias en entredicho. Y el Tour no quiere que la última semana de julio, si se produce un quinto triunfo de Froome en la ‘grande boucle’ vuelva de nuevo a hablarse y escribirse más de un caso de supuesto dopaje no resuelto que de las gestas deportivas del protagonista. Para evitarlo, está estudiando aplicarle el artículo 28.1 de su reglamento, por el que el organizador se arroga el derecho de rechazar la participación de un equipo o de algunos de sus miembros cuya presencia pueda dañar la imagen o la reputación de la carrera.
El SKY y los restantes 17 equipos del WorldTour tienen asegurada por reglamento su participación en las principales carreras del mundo, incluido el Tour.
Tres semanas antes del comienzo del Tour (el 16 de junio), el Sky, como todos los equipos, debe enviar la lista 12 corredores de los que saldrán los ocho que correrán el Tour. El organizador de la prueba, ASO, esperará hasta entonces para informarle de que no es bienvenido.
El corredor y el SKY, seguramente, recurrirán al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), que, probablemente y según ha ocurrido otras veces, decidirá que no se puede sancionar a nadie en previsión de que sus actos previos acabarán siendo juzgados como delictivos, y obligará al Tour a admitirlo. Este es el guion que se siguió en 2006 con el equipo Astana de Manolo Saiz, tocado por la Operación Puerto. El Tour quiso impedir una participación que el TAS garantizó tres días antes de la carrera. El equipo, sin embargo, no pudo tomar la salida porque, eliminados todos aquellos que aparecían citados en el primer informe policial, no contaba con el número mínimo de ciclistas requerido.
Tampoco sería la primera vez que el Tour veta al ganador de la edición anterior. En 2008 ni Alberto Contador, ganador en 2007, ni todo su Astana fueron invitados como castigo por el dopaje de Vinokúrov y Kasheckin, expulsados del Tour de 2007 junto a todo su equipo. Entonces no hubo recurso al TAS, ya que el Astana no se había ganado el derecho a participar y dependía de una wild card que no se le otorgó.
Ocho meses sin solución al ‘caso del Ventolín’
Froome corre porque no está suspendido, aunque es posible que finalmente lo sea y, como le ocurrió a Alejandro Valverde y a Alberto Contador (perdió el Tour de 2010 y el Giro de 2011), la sanción que se le imponga por dopaje incluya la descalificación de todas las pruebas en que participe después de su positivo por Ventolín (se le halló el doble de la cantidad permitida del antiasmático) en la Vuelta, septiembre de 2017.
La táctica de sus abogados ante los órganos sancionadores de la UCI pasa por no reconocer culpa en ningún momento, alargar los tiempos y presentar todo tipo de razones científicas por las que su organismo retuvo un día lo que habitualmente expulsa todos los demás.
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