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jueves, 17 de septiembre de 2015

Algunas memorables anécdotas del ciclismo mundial


A lo largo de más de un siglo de ciclismo de competición cabe imaginar la multitud de anécdotas de todo tipo que este deporte ha generado. A continuación se incluyen algunos ejemplos.

Nada pudo detenerles

El luxemburgués Francois Faber, un corpulento ciclista que conquistó el Tour de 1909, demostró ese año su carácter de campeón cuando se sobrepuso a una rotura de la cadena de su bicicleta, cuando marchaba escapado a tan sólo un kilómetro de finalizar la etapa. Sin inmutarse, se echó su máquina al hombro para llegar vencedor a la meta.

Octavio Lapice: El turista

Tampoco el frío glacial que azotó ese Tour pudo frenar la marcha del francés Octavio Lapice, el cual, a su paso por la localidad de Nancy, se desvió de la carretera para entrar en una tienda y adquirir unos pantalones, una chaqueta y un abrigo. Resguardado del frío vestido de esa guisa volvió a la carrera. Cuando entró en la meta de Belfort fue confundido con un turista.

Dejen paso

En la edición del Tour de 1914 se vivió el control absoluto del equipo Peugeot, de manera que sus marcajes maniataban al resto de corredores. Ante esta situación, Francois Faber colocó un gran timbre en el timón de su bicicleta “para pedir paso a los que me rodean cuando vaya a comenzar un ataque”.

Hombre previsor

Fermin Lambot, ganador del Tour de 1919, añadía a sus cualidades ciclistas un carácter previsor. Siempre llevaba en los bolsillos de su maillot dinero suficiente para poder comprar una bicicleta nueva en caso de avería o rotura.

Ciclistas por necesidad

La penuria que recorría Italia tras la Primera Guerra Mundial hizo que más de uno se inscribiera como ciclista en el pelotón que tomaba la salida en el Giro de Italia 1919: Al que terminaba la ronda la organización le aseguraba un fijo de 180 libras.

Héroes fingidos

La durísima etapa que en el Tour de 1926 finalizaba de noche en Luchon fue también origen de una curiosa anécdota extradeportiva.

Mientras los vehículos de la organización buscaban a los corredores perdidos por la carretera, se presentó en meta un iracundo conductor denunciado la estafa de que había sido objeto por parte de algunos ciclistas, los cuales habían alquilado su autocar para que les condujera hasta las mismas puertas de Luchon, desde donde entraron exhaustos y cubiertos de barro. Y encima nadie quería pagarle el viaje al conductor. (Tomado de “El Ciclismo” por Ildefonso García).

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