El ciclista catalán Miguel Poblet (1928-2013) fallecido a los 85 años, de una insuficiencia renal, en Barcelona, es considerado como el padre del ciclismo español y fue el primer ibérico en ganar la Milán-San Remo y ponerse el maillot amarillo del Tour (1955).
Catalogado como el mejor ciclista catalán de todos los tiempos y uno de los pioneros del deporte de las bielas humanas en España, Poblet, quien nació en Montcada i Reixac, Barcelona (1928), empezó a competir en 1944, cuando con apenas 16 años logró una licencia federativa, y lo hizo a lo largo de casi dos décadas, hasta 1962.
Una pasión que le llegó desde la cuna, cuando pasó su infancia entre pedales y manillares. Su padre, Enric, poseía una tienda de bicicletas en su localidad natal, Montcada. En aquel taller, el pequeño 'Miquelet' descubrió un mundo que le acompañaría durante toda su vida.
Revolucionario e innovador en su técnica, este esprinter se convirtió en leyenda a partir de mediados de los años cincuenta, no solo entre los aficionados locales, sino en el extranjero, y muchos años tuvieron que pasar para encontrar una figura similar en el ciclismo español.
En 1955, Poblet se convirtió en el primer corredor español en enfundarse el maillot amarillo del Tour y, al año siguiente, fue el primer ciclista en sumar victorias de etapa en las tres grandes rondas: Tour de Francia, Giro a Italia y Vuelta a España.
Un palmarés en el que acumuló 62 victorias en total y en cuyas vitrinas destacan también dos Voltes a Catalunya, tres campeonatos de España de Montaña, siete campeonatos de España de Velocidad y siete de España por Regiones, así como veinte victorias de etapa en el Giro, tres en el Tour y tres en La Vuelta a España.
Amante de las carrera clásicas
Aunque le atraía ganar tramos parciales en las tres grandes rondas, lo que encandilaba a Poblet eran las “clásicas”. Destacó especialmente en la prueba Milán-San Remo, que conquistó en dos ocasiones (1957 y 1959), siendo el primer español en lograrlo y ganándose la admiración de los seguidores italianos.
De aquellas carreras quedan en el recuerdo sus duelos contra míticos rivales como los belgas Van Steenbergen y Risk Van Looy, el francés Darrigade o su compatriota Federico Martín Bahamontes. Su gran espina clavada fue, en este sentido, la exigente París-Roubaix, que se le escapó por pocos centímetros.
La “Flecha amarilla”, apodo que le atribuyeron cuando lideraba el equipo Ignis, fue uno de los sobrenombres que recibió a lo largo de su trayectoria el "Bebé de Montcada". Su corta estatura y su robusta constitución le valieron también el de “Sancho Panza”, mientras que en tierras italianas le llamaron “Il gato mágico”' o “Mig”, en referencia a los veloces aviones militares rusos.
Empezó sus pasos como profesional en la Unió Esportiva Sants y a ella siguió ligando su vida a este deporte cuando aparcó la bicicleta a partir de 1962, pues fue organizador de la Volta a Catalunya (prueba de la que ostenta el récord de victorias de etapa) y presidente de la Federación Catalana de Ciclismo.
Entre otros muchos reconocimientos, en diciembre de 2002, en reconocimiento a su contribución a la proyección del ciclismo y el deporte, el ciclista catalán recibió la Cruz de Sant Jordi, máxima distinción que otorga la Generalitat de Cataluña, siendo el segundo deportista en recibir dicho reconocimiento desde su creación (Extracto de Marca.com).
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