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miércoles, 1 de abril de 2015

BIELAS HUMANAS: Efectos del doping (La muerte de T. Simpson)



Esa sensación de placer y la facilidad para el triunfo que suministra el doping, al final cobra con creces sus fraudulentos resultados.

Y cuando decimos esto es refiriéndonos a que en el transcurso de los años, el atleta queda incapacitado física y/o mentalmente, o peor aún, se produce el último de los desenlaces: La muerte.

Estos tristes ejemplos están por doquier. Recuerden el más reciente, el sorpresivo fallecimiento de la destacada corredora americana Floren Griffin Joyner, quien sufrió un ataque cardíaco como secuela de las sustancias prohibidas utilizadas en algunos certámenes de atletismo internacionales.

En el aspecto que nos atañe, el ciclismo, el caso más relevante ha sido el del británico Tom Simpson, quien colapsó mientras escalada el Mont Ventoux, una de las etapas más exigente del Tour de Francia de 1967.



Simpson, agobiado por la fatiga, no podía escuchar las señales de alerta que le enviaba su cuerpo, debido a la sobredosis de methylamfetaminas y anfetaminas que se había inoculado. Esto, que es el efecto normal de esas drogas, en esa oportunidad fue fatal.

El campeón británico sobrepasó sus límites naturales de resistencia, siendo víctima de la primera ilusión del doping: Ser más fuerte que sí mismo.

Los médicos dictaminaron después un colapso cardíaco causado por un síndrome de agotamiento en el que entraron en juego varios factores.


Aunque no era el primer muerto por doping en una competencia internacional, pues en 1960, en los Juegos Olímpicos de Roma, el danés Kurt Jense falleció después de tomar una sustancia para estimular la circulación de la sangre llamada Romicol.


La repentina muerte del ciclista causó una gran impresión porque fue transmitido en directo por la televisión. El mundo por un momento tomó conciencia del grave problema que se cernía sobre este deporte, pero luego, según las declaraciones del francés Didier García, el doping en el ciclismo siguió en punta. Recuerden el caso del Tour 1998. Esto fue una experiencia desmoralizante.

Después de los múltiples escándalos, entre los que se han visto envueltos el alemán Jan Ullrich, los fenecidos Marco Pantani (Italia) y José María Jiménez (España), el ruso Alexander Vinoukurov y, para rematar, el “desenmascaramiento” del norteamericano Lance Armstrong, el ciclismo viene siendo visto con menoscabo y desconfianza.

Recuerden que al texano se le despojó de los siete Tour ganados, los cuales fueron “conquistados” vía fraude.

Otros “lunares” más reciente han sido la suspensión del español Alberto Contador y el despojo de la licencia Word Tour UCI al equipo Astana.

Contador, ganador de Tour, Giro de Italia y Vuelta a España, se le detectó un “picogramo” de Clembusterol en su cuerpo, alegando que fue debido al consumo de una carne de res.

En tanto, el equipo kazajo Astana, quien siendo dirigido por Vinoukurov, ha tenido entre sus filas varias pérdidas mortales entre sus miembros, y en tal sentido la UCI los suspendió.

Esperamos que con todas estas ocurrencias negativas, los ciclistas echen a un lado esa peligrosa estratagema… Sprint Final. (La Nación / DEPORTES / Domingo 29 de agosto de 1999)

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